miércoles, 24 de diciembre de 2014

Cuentecillo de Navidad



Los renos de nariz colorada daban vueltas sin parar. Parecía un atasco de lunes por la mañana en la entrada a la capital.

En medio del bosque, la actividad era frenética. Ese bosque de cuento que no se sabe dónde está, si en Laponia o en un rincón escondido del Polo Norte. Pero da igual. Para nuestra historia no importa el lugar.

Entre los renos, unos duendes se afanaban haciendo algo. Hombrecillos muy pequeños, algunos con una larga barba blanca, vestidos con ropa de paño y gorros de punta y con los que siempre he oído que había que tener cuidado porque cuando te despistas te hacen toda clase de travesuras. También había duendecillas mujeres, normalmente muy abrigadas y con coloretes en sus mejillas adornando sus grandes sonrisas.

Papeles llenos de letras y colores iban y venían de mano en mano: había que clasificar las peticiones para hacérselas llegar a todos en los próximos días.

Todo era alegría, todo era música, todo era luz. Era evidente que los duendes eran felices haciendo su trabajo.


En medio de esta vorágine, un polvo brillante se movía sin parar haciendo dibujos.

Llegó por fin la hora en que, con todo preparado, cada uno montó en su vehículo: es verdad que antes eran trineos, pero ahora había toda clase de artilugios voladores porque la técnica había avanzado mucho. Los renos, como eran mágicos, volaban aunque ya no por encima de las nubes sino por el espacio de la red.

Los duendes, que bien pensado se parecían mucho a los humanos, decidían a quién entregar sus creaciones. Habían conseguido transformar su magia en felicitaciones, unas veces más bonitas y otras menos, pero siempre con las mejores ganas.


La montaña de regalos crecía. Y entre ellos, había muchos que no se podían envolver porque no tenían forma. Ni siquiera tenían materia, sino que estaban hechos de deseos, sentimientos y esperanzas. Esos que todos tenemos y en los que, a veces, ni siquiera pensamos:

  • Disfrutar de regalos hechos a mano con mucho esfuerzo e imaginación.
  • Ver la alegría de niños, jóvenes y no tan jóvenes en los reencuentros.
  • Saber que el cariño sigue, año tras año, instalado y creciendo a pasos agigantados.
  • Sentirnos parte de una piña que arropa a los de dentro. 
  • Pensar en los que se fueron como parte inseparable de lo que dejaron.
  • Enseñar a los que vinienen que el amor se lleva muy dentro.
  • Oír que te dan las gracias por querer tanto.



Darabita suspiró. Miró  a su alrededor con satisfacción. Las esquinas de su boca, sonrieron sin esfuerzo. Con un fuerte impulso, puso punto y final a su creación, montó en un trineo portátil y se dejó guiar por su reno “W-lan” para llegar hasta todos sus amigos (y no amigos) y dejarles millones de deseos de que pasaran una felicísima Navidad, y de un Año Nuevo cargado de cosas buenas.



Y colorín colorado, este cuentecillo de Navidad ha acabado.












@Darabita

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Lo que me quieres

A veces quiero parar el mundo y vivir eternamente un segundo. Es ese momento en que me dices (con voz o sin ella) como te gustaría llevarme a las estrellas.

Y yo sé lo que te quiero, y cuando expreso lo que siento, sé lo que estoy diciendo. Pero para contar lo que me quieres, tendré que sacar muchas cosas del baúl de mis inventos.

No creo que pueda poner tus palabras, no creo que sepa sacar todo lo que tienes dentro de tu alma. Sólo sé cómo lo siento:

Como una cena compartida, uno enfrente del otro, mirando nuestras sonrisas.
Como si tu amor fuera un rayo que me traspasa sin quemarme, pero dándome la energía que me renueva por dentro.
Como si guardaras en un tarro el aroma de mis pensamientos.
Como si notar mi aliento en tu espalda te hiciera sentir vivo.
Como si fueras mi cómplice cuando callo, mi refugio cuando me duelo, mi fuerza cuando desfallezco.

Y noto que:

A cualquier hora del día me regalas un pensamiento.
Tus ojos brillan al verme.
Me quieres como si no hubiera un mañana.
La vida se te vuelve de colores cuando oyes mi saludo.




Por todo esto, mi amor cada día es más tuyo y menos mío.












@Escritos

jueves, 27 de noviembre de 2014

Polvo en el viento

Recuerdo aquellos días en los que mi magia de pacotilla lanzó al aire un conjuro de felicidad…y se instaló en tu espalda. Y la recorría despacio, haciendo cosquillas y en algunos puntos, con más fuerza, curaba tensiones del día a día.

Aires de fiesta, muchas palabras, tiempos de risas, ríos de plata.

Nunca he querido poseer nada. Nunca he querido atrapar ningún alma. Solo compartir lo que me hace feliz sin que tengan que encenderse alarmas.

Sentimientos sin sentido, si no tienen a su lado esa chispa de ilusión que me levanta cada mañana: escucho campanas, veo reflejos en las ventanas, oigo tu voz cantarina y siento en mis manos la suavidad tranquilizadora de tus caricias.

Porque si yo fui capaz de hechizarte aquel día, tú me has devuelto a la vida; una vida que es mía y que sabe que sólo dando, puede estar viva.


Nada me turba, nada me espanta, y no tengo miedo a seguir por donde venga el viento. Porque no quiero comprender demasiado tarde que perdí toda una vida, solo por miedo a vivirla.



Despacio, cuando te llega la señal invisible de que el alma llora aunque en la cara se pinte una sonrisa, vuelas sin hacer ruido a serenar los ojos que tililan.


Mis labios te buscan para sellar el presente.

El mañana no sabemos si existe.
El ayer se quedó atrás, y te enseña
que hay que aprovechar todo lo que aprendiste.




Porque todo lo que somos es polvo en el viento.





@Escritos

viernes, 14 de noviembre de 2014

Dame la mano



Me refugio en ti. Me das la seguridad que tenía cuando, siendo niña, le daba la mano a mi padre. Esa mano grande y esa sensación de confianza en el momento en que empezaba a dar mis primeros pasos por la vida.

Aprendes a andar lentamente, paso a paso, y vas afianzando tu caminar. Y cuando ya sabes avanzar con convicción, puedes aprender incluso a correr.

Y a veces vacilamos al dar un paso y parece que perdemos el ritmo de la marcha. Ante esto, no hay más que seguir andando. Y aunque desde atrás se nos vea dando tumbos, es importante que lo hagamos; un pie detrás del otro, una pisada y otra, un esfuerzo aunque inconsciente sin descanso. Porque estamos recorriendo el camino que nos lleva más allá del arco iris.

Hoy quería que supieras que en este viaje, me gusta llevarte al lado. Me gusta saber que estás ahí para darme tu mano cuando me canse, cuando me caiga, o simplemente, cuando me apetezca estar bien y sentir la calidez de tu palma en la mía.

Dame tu mano, siente el calor que transmite la mía, párate conmigo a la vera de este camino que estamos explorando y disfrutemos del paisaje colorido. Que lo que entra por tus ojos se traspase a los míos; que lo que tú oigas sea lo que yo percibo; que cuando tú inspires, mi respiración se ajuste perfectamente a la tuya; que lo que tú sientas llegue hasta mi corazón con impulsos mágicos; que lo que sueñas para ti, sea parte de mi realidad.

Porque queramos o no, al darnos la mano, el contacto entre tu piel y mi piel será la corriente que nos una.








@Escritos

lunes, 3 de noviembre de 2014

Disfrutar

Quiero compartir contigo las mañanas que despiertan sinuosas, a golpe de luz tamizada sobre la almohada.
Unirme a la música que provoca el viento que se cuela por el balcón cuando abres las ventanas.
Oler tu cuerpo mientras la cafetera escupe su aroma.
Sentir mis manos recorriendo tus buenos días y notar mis roces como inicio de tu vida.


Quiero mirar el movimiento de tu sombra entre las flores del jardín mientras recoges los colores que se desperdigan.
Medir tu tiempo en besos y regalarte mis minutos de suaves caricias sin caminos.
Cobijarme entre tus brazos mientras tú me proteges sin tocarme.
Vivir la cordura de tus nuevos sueños sin sentido.


Quiero disfrutar de una sonrisa ladeada mientras me desnudo.
Descubrir en el brillo de tu mirada un arcoíris de sentimientos dormidos.
Someterme a tus deseos abandonándome a mis gemidos.
Ser parte de tu gozo y de tus escalofríos más imprevistos.


Quiero ser más que una presencia al otro lado.
Poder traspasar la línea de lo más sagrado.
Sentir que lo que ofrezco se aprecia como el buen vino.



Quiero comunicarte mis dudas, mis risas y mis alegrías.

Y sentir que las tuyas son mías.













@Escritos

martes, 28 de octubre de 2014

Pérdidas que ganan



La noche está en silencio. 

En un rincón del local, una pareja se mira sin decir nada. Los pensamientos fluyen y sobran las palabras.

Silencio necesario para oírse. Pero el silencio lleva inevitablemente hacia lo más oscuro del alma.

Desde la pared, los retratos de los antiguos conquistadores observan también callados. En el púlpito vacío se acumulan voces de otros tiempos. En las vitrinas, los trofeos. Encima de la mesa, el café quemado espera a ser saboreado.

En el sillón, a su lado, ella observa su sufrimiento. El silencio de él retumba en sus oídos y busca palabras de consuelo que no salen y que él tampoco quiere escuchar. Sólo quiere silencio, porque tiene miedo.

Sus manos procuran su relajo. Su boca le cubre de pequeños besos. Su mirada le dice que nunca dejará de quererle. Su alma es gemela de su desconsuelo. Ella respeta su reserva porque los duelos se tienen que pasar desde dentro.


El ambiente lleno de caobas y metales; de cristales de colores; de cuadros y grandes fotos; de espejos embarrados; de sillones acolchados; de antigüedades; de objetos de viajes, aventuras y expediciones, le ayudan a preparar esa "Vuelta al Mundo" que va a dar, más interesante que la que dio Phileas Fogg en 80 días.

Una vuelta al mundo, a su verdadero mundo, en el que toda la preocupación será disfrutar del regalo que nos da la vida: el sol en la cara, la calidez de un abrazo, el entusiasmo de ver crecer la nueva savia, la complicidad de aquellos a los que se llama amigos; en definitiva, un mundo lleno de cosas que valen más que todo el dinero ganado. 


Las cosas nunca pasan por nada.  

Al salir, quizás él no se haya dado cuenta, pero, en el centro del vestíbulo, la lámpara de cristales emplomada le señala el rumbo que va a tomar su existencia a partir de ahora. Definitivamente, va a ganar el norte de su vida, gracias a las perdidas batallas.








@Escritos

lunes, 20 de octubre de 2014

Un año entero




Madrid, 18 de octubre de 2014
Querida Clara:

Aunque aun eres muy pequeña para leer esta carta (incluso eres pequeña para que nadie te escriba una carta), he decidido hacerlo para que lo que te quiero decir no se lo lleve el viento. Porque ya se sabe que en otoño el aire en movimiento pulula y, junto con las hojas, se lleva todo lo que encuentra en su camino.

Mi preciosa Clara, debes saber que desde que llegaste a nuestras vidas, hace ahora justo un año, te has convertido en una razón más para sentirme feliz en este mundo. Y tengo que reconocerte que una razón bastante grande. 

Cada vez que te miro me recuerdas mucho a tu madre, y eso que siempre digo que no te pareces a ella. Pero no puedo dejar de ver en ti a aquella niña que nació muy pequeña y que, en lo que me parece a mí muy poco tiempo, se hizo tan mayor que me convirtió en abuela.

Este primer año de tu vida se ha pasado volando. Volando como a veces veo por encima de tu cabeza a Darabita dando vueltas despacito. No sé si será su magia invisible aunque perceptible, pero verte tan despierta, tan abierta, tan risueña, tan aventurera, me hace recordar el don que te regaló cuando naciste para que pudieras reír, soñar y encontrar la magia en cada detalle de tu alrededor. Y se ve claramente que tú disfrutas de tu mundo, con sus colores, olores y sonidos; de sus emociones más sentidas, con los abrazos, besos y palabras de todos los que te quieren; de tus caras conocidas; y de todos los estímulos que te ayudan a dar pasitos por la vida. Esa vida que, como quien dice, acaba de empezar para ti (aunque tengas un año y por eso te sientas ya una niña mayor).

Estoy segura de que vas a tener un buen futuro porque tienes unos padres que te adoran y también me tienes a mí, que siempre estaré dispuesta a ayudarte en lo que necesites; y a mimarte, y a comprarte chuches, y a llevarte al parque de atracciones, y a bañarme contigo en la playa, y a jugar al parchís, … y a dormirte mientras te cuento cuentos de los que me invento cuando pienso en alguien tan bonito como tú.

Dentro de unos años, cuando leas esta carta, te darás cuenta de que muchas personas hemos sido parte de tu vida desde el principio. Tienes suerte en eso porque aprenderás que no todos los niños poseen algo tan fácil para nosotros como bueno para ti, que es el amor que te tenemos.

Y como todas las cartas acaban con una despedida, tengo que mandarte por escrito muchos besos de esos apretados que me gusta a mí darte. En cuanto te vea, los reproduzco en directo.

Te quiero,




La abuela Bea





PD: Normalmente todas las fotos que publico son mías. Esta no lo es y por ello quiero darle las gracias a su autor, Fernando, por captar tan estupendamente la magia de un momento que resume un año de vida.




 

miércoles, 15 de octubre de 2014

Vuelta a mi primavera





En el amplio espacio que quedaba entre la casa y el mar (pintado de verde-prado) no se oía más que el zumbido de algún insecto y un lejano sonido irreconocible al principio, que resultó ser el canto de un ave.

Puntos de color se diseminaban por doquier. Lo que desde lejos parecían manchas eran verdaderas obras de ingeniería en forma de flores ensambladas por el hecho de salir de las mismas semillas.

Me entraron ganas de tumbarme y sentir cómo la hierba me envolvía y cómo desaparecería de la vista. Pero pensé en la humedad del terreno y en la incomodidad de hacerme invisible, así que me dediqué a pasear por entre la vegetación.

Las piernas ocultas, el rostro al sol, el viento en mi cara….y mis sentidos todos alerta para no perder detalle del sueño que vivía despierta.

El horizonte, visto como línea que separaba un azul de otro: cielo y mar.

El zumbido que oigo y que me hace pensar en las alitas vibrantes de los insectos que suenan al moverse cientos de veces por segundo.

El tacto del aire que se escapa rápidamente de mis manos pero que antes de irse me deja palpar los ecos de tierras lejanas.

El olor de las flores atrayendo a los autores de la dispersión de su polen, en plena explosión de primavera.

El gusto de tus palabras en mi boca. Porque si oírte es fantástico, más lo es recrearme en tu recuerdo.



Paseando, recordé cuando me rodeó la selva tropical y sentí el frescor del verde y el tímido sol colándose por entre el entramado vegetal.

Y también la sensación de cuando me envolvieron sin remisión las dunas de ardientes granos y observaba extasiada las amófilas arenarias, resistentes y haciendo de barrera muda ante el avance de la arena.

Y esas impresiones me llevaron a la más placentera: recordarte junto a mi cara, tu mano en la mía, tu mirada en mis ojos, tus palabras en mi oído y tu corazón unido al mío, sin importarnos dónde estábamos.






Enmedio del lluvioso otoño, vuelve a mí la primavera.

















@Escritos

martes, 7 de octubre de 2014

Tu mirada



Ese modo de mirarme me traspasa.

Posas tus ojos en los míos, y sin necesidad de decir ni una palabra me estás hablando.

Y cuando lo acompañas con una sonrisa de esas que parecen estar hechas por recuerdos de felicidades pasadas, entiendo mucho mejor lo que me quieres transmitir.

Cuando te miro, mi corazón se ablanda porque siente la ternura que me estás dedicando.

Cuando te escucho, mi mente recoge cada una de tus palabras y las atesora para recordarlas al quedarme sola.

Cuando te siento cerca, me abandono y disfruto del calor que me transmiten tus caricias y tus abrazos. Me envuelves como un paisaje con rocas, nubes, cielo y mar y sol todos juntos.

Y cuando estoy sola en la distancia, te miro, te escucho y te siento porque he aprendido que puedo tenerte cerca con solo imaginarte.









@Escritos

viernes, 3 de octubre de 2014

¡Tantas cosas!



Hay muchas cosas que los eruditos no saben.

Hay muchas cosas que los videntes no ven.

Hay muchas cosas que los que enseñan no corrigen.

Hay muchas cosas que los valientes no superan.

Hay muchas cosas que los honrados no respetan.

Hay muchas cosas que los fuertes no aguantan.

Hay muchas cosas que los pacientes no esperan.

Hay muchas cosas que los individuos no podemos hacer solos.

Hay muchas cosas que los espectadores no perciben.

Hay muchas cosas que los manuales no te explican.

Hay muchas cosas que los inteligentes no entienden.

Hay muchas cosas que los programas no controlan.

Hay muchas cosas que los escritores no sacan del tintero.







Pero también...




Hay muchas cosas por hacer, hay muchas cosas por vivir.

Hay muchas cosas que me hacen pensar en tu persona.

Hay muchas, muchas cosas que me gustan de ti.











@Escritos

viernes, 26 de septiembre de 2014

Magia guardada

Si quieres que dos líneas paralelas se unan en algún punto, puedo torcer un poco mi mano y hacer que el lápiz vaya pintando las rayas cada vez más juntas.

Si de madrugada me llamas porque no quieres oír el silencio, mi voz que callaba dormida puede ponerse a tono y contarte los cuentos más largos de la historia de las quimeras.

Si en tu alma hay penas que no quieren salir, yo puedo coger el sacacorchos con puño de nácar blanco y transformarlas cuando salgan en burbujas que cosquillean.

Si las olas crecen mucho y la mar está revuelta, mi mano siempre tendrá la fuerza de un ancla a la que aferrarse y llegaremos a orillas tranquilas sin necesidad de barca.

Si cuando nada te perece lo mismo aunque sea lo de siempre y busques huellas escondidas, perseguiremos juntos el tesoro de los recuerdos dormidos, tejiendo sueños con hilos de oro y sonidos de plata.

Si tu felicidad te inunda y te desbordan las risas, puedo bailar al ritmo de tus carcajadas y acompañar tu canto hecho con las notas del pentagrama de las algazaras.



Y si me pides cosas que no puedo concederte, tendré que apañármelas para intentar dártelas. Porque tu luz seguirá alumbrándome mientras el mundo exista, y la fuerza de verte conmigo me anima a usar la magia que tengo guardada...junto con los colores del arcoiris.






@Escritos

lunes, 22 de septiembre de 2014

La luz que se expande

Abro los ojos lentamente.

Aún no hay luz, pero cuando mi vista se acostumbra a la oscuridad de la habitación, empiezo a ver detalles.

Te observo: callado, con una leve sonrisa pintada en tu cara, tranquilo, y con los ojos muy abiertos porque ya de antes, tú me estabas mirando.

Y entonces siento que no hace falta decir nada para comunicarse.

No sé si noto lo que me dices o sólo me lo imagino. Pero sé que la corriente que me invade por dentro es señal de lo que yo comprendo cuando vislumbro lo que pienso que me estás diciendo.

Sentir, es algo exquisito. Pero ser consciente de que se siente, es divino.

Así empieza el día, espero que uno de tantos, en el que lo primero que veo es la sonrisa que alegra tu cara, y en el que sigo soñando aunque esté despierta, cuántas maneras de sentir que te quiero puedo ir acumulando. Lo siento como la lluvia que cae gotita a gotita, despacio, mojando poco a poco hasta lograr empaparte.


El baúl de los sentidos se va llenando; revuelvo en su interior para buscar lo que guardé hace años y compruebo que todo sigue como aquellos días en los que un conjuro unió nuestras vidas, y unos fuegos las sellaron.










@Escritos

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Porque te quiero








Quiero columpiarme en tus brazos y sentir la noche atravesar el aire cansado;
sofocar el calor de tus besos y sentir el reposo de los cuerpos adormilados.
Porque adoro oirte gruñir cuando te rasco la espalda.

Siento tu pulso encima de mis latidos y mi mente queda en blanco.
Porque los golpes van al unísono mientras los ojos se dicen secretos inconfesables en alto.

Busco tu mano que me acaricia al despertar
y tus besos de buenos días que me consuelan al madrugar.
Porque si estás conmigo no temo poner los pies en el suelo.

Aspiro tu aroma indeleble en el borde de la almohada cuando no estás
y recuerdo tu presencia callada.
Porque admiro verte mirarme sin decir nada y saber lo que dice tu alma.

Siento unas lágrimas rodar y las limpio con mi mano cálida mientras te beso el cuello.
Porque sé lo que es sentir el reflejo del miedo de perder a lo más amado.

Vivo con tu presencia muy dentro, ando con tus pasos a mi lado,
vuelo con las alas de tus sueños, canto con las notas del pentagrama de tus deseos.


No quiero perder más horas de pasión, ni retazos de ilusión,
por eso pinto mis horas de colores cuando pienso en ti:cuadros sin sentido a los ojos, pero con argumentos para el corazón.






Y todo, porque te quiero.











@Escritos

martes, 9 de septiembre de 2014

Dame una canción, aunque sea desentonada


El sol quiere jugar. Se esconde tras las montañas sin importarle ser tapado por las nubes de blanca guata, y se agacha hasta quedar totalmente oculto.

Espero un rato hasta que comprendo que no va a volver a salir, al menos hasta mañana.


Es como cuando alguien se calla.




Pongo música que me corteje y me lleve al mundo del ensueño, donde todo es rítmico y tranquilo, donde las notas se agolpan y no caben las melodías desafinadas.

Sólo las dulces notas de una música acompasada me acompañan, aunque a mi lado está tu mirada.

Disfruto de un paseo por el mundo oculto de mi silencio. Me he acostumbrado a no exigir nada, a callar para no destapar fantasmas, a quedarme en mi sitio agazapada, a dejarle espacio a lo que tú le das importancia.




Soy feliz porque te miro muy dentro sin que te des cuenta, y yo sí que veo esas líneas invisibles de tu alma con las que pintar tu felicidad en una lasca de negra pizarra.

















A veces es más fácil de lo que parece seguir el camino de baldosas amarillas; sólo hay que decidirlo. Porque lo que nos limita no es lo que somos, sino lo que creemos que somos. Descubre tu fuerza.






sábado, 16 de agosto de 2014

Sintiendo-te

El mar acaricia mi cuerpo envolviéndome con sus frías pero acogedoras manos, como tu abrazo al despertarnos cuando aún no ha amanecido.

El viento me susurra su sonido que no habla pero todo lo dice, como tus ojos cuando, en silencio, me dirigen tu atención a través del gentío.

La arena impregna mi piel con sus finos granos, centímetro a centímetro, como el amor que escapa por tus poros y se posa sobre mis atentos sentidos.

El sol me dora la piel desnuda instalando en ella el color del verano, como tus caricias transforman la soledad en permanente presencia durante el estío.

Siento el mar, el sol, el viento y la arena con la misma intensidad que tu presencia en mi vida.

martes, 29 de julio de 2014

Julieta



A 840 metros de altitud, cerca de ríos y montes, dentro de cuatro paredes con inscripciones latinas en piedra, frescos, pinturas, grabados, tallas, orfebrería y mobiliario de distintas épocas, daba vueltas, nerviosa, por el castillo- palacio de hace siglos.

Realmente, no es que sea un castillo de los de damas y caballeros, dragones y magos, bufones y reyes, soldados, campesinos y artesanos; vamos, de esos que se ven aún por las cimas de España.

Porque si lo miras bien, con los ojos que hay en la cara, es una habitación encima de una nave. Pero si lo observas con los ojos de la imaginación, -esos que a veces Darabita te abre durante un rato para que seas capaz de vivir aventuras que de otra forma no podrías-, es un verdadero castillo-palacio en el que tienen cabida las historias más complejas y también las más sencillas del día a día.

Dentro, ella espera pacientemente asomada al balcón a que venga su caballero andante a decirle esas frases de amor apasionado que podrían formar parte de una poesía encadenada.

Los cuatro rizos que se salen de la coleta, se creen esa gran trenza que las damas medievales lanzaban a sus amantes; la camiseta 100% algodón se transforma por arte de magia en un vestido de tela gruesa, tosca y resistente, de color pardo, avellano y negro; esa mujer del siglo XXI, por arte de birlibirloque se convierte en una Julieta de esas que han existido en todos los tiempos desde que el mundo es mundo. 

Fuera, la transparente piscina interpreta a la charca cristalina de siglos atrás donde él mitiga el calor del verano, como si fuera el agua fresca del río que baja alegre aun siendo la mitad del estío.

El polvo mágico de un hada hace imaginar cómo sería la vida hace muchísimos años. Y como la imaginación puede volar muy alto, enseguida me monto una película con sus personajes vestidos de época y todo (quizás lo imaginado no corresponda con la vestimenta, el habla y  las costumbres de la época real; pero eso sólo se sabría si algún día esas entelequias salieran a la luz. Y no lo van a hacer).

Algo tan simple como asomarme a una ventana, me hizo imaginar una historia de amor, una amante encerrada y un galán de los que se tildaban en aquella época de "caballeros andantes", que le pedía a la doncella que se asomara al balcón para ver su rostro e irse así a la guerra con nuevos bríos.

Cuando vuelvo a la realidad, sólo tengo una foto hecha en mi retina de un jardín fresco y alguien que desde abajo me dice: ¡Qué!, ¿tomando el fresco?



Y me siento bien por ser capaz de imaginar historias, conversaciones, vestidos, situaciones…, y compartirlas contigo.







A veces hay que pararse a imaginar

@Relatos

lunes, 21 de julio de 2014

Sí, quiero



Quiero despertar mirando tu sonrisa, saboreando tus besos, sintiendo el calor de tu piel morena.

Quiero mostrar al mundo lo que ayuda a ser feliz, una mente abierta.

Quiero que la barca de la vida te traiga suavemente hacia mi arena.

Quiero tener tu mano cerca cuando busco consuelo, cuando no tengo tiempo, cuando siento que no puedo.

Quiero sentir el aire del jardín en mi cara mientras recorro el paisaje de tus deseos.

Quiero agarrarme a ti porque eres mi credo.

Quiero cabalgar sobre el corcel más tranquilo y disfrutar a tu lado de un paseo.

Quiero inmortalizar momentos de alegría con la savia nueva de vida que nos rodea.

Quiero compartir contigo la dicha de empezar una vida que ya hemos recorrido.

Quiero sentir un amor que comenzó de adultos y que sigue joven aunque nos marquen las huellas del tiempo.

Quiero que seas el templo donde me recojo cada día dormida.



Quiero envolverte la vida en papel de colores brillantes y ponerle un lazo de organdí rojo.


 


Y si aún así me preguntas qué quiero, te digo:


Te quiero como cómplice,

como apoyo,

como compañero de fatigas,

como alegría de mis días.



Y tú, ¿quieres?

Sí, quiero 








@Escritos

domingo, 13 de julio de 2014

La VOZ

Caminando por la habitación despacio, muy despacio, a velocidad geológica, repetíamos sin cesar las cinco vocales que nos permiten hablar.

La luz del sol de la mañana entraba a raudales a través de las contraventanas abiertas, dibujando rayos de claridad entre la oscura pizarra.

En el verde encerado, unas extrañas palabras escritas no se sabe cuándo. Un ábaco, un mapa y un globo terráqueo recordaban con palabras mudas el anterior uso de lo que ahora era nuestro templo.

Cuatro esquinas. Cuatro sillas. Cuatro elementos principales: fuego, tierra, aire y agua. En medio, el altar lleno de música en reposo, callada, dormida; instrumentos descansando de la última actuación, rodeando a "la madre". 

Y todo esto, unido por la magia de un sonido; nueve voces que, como expresión individual libre, conforman la VOZ. Esa VOZ que das vueltas en las mentes instalada en una noria luminosa de cuatro colores. Como un terapéutico mandala, crea, contiene, entiende y preserva nuestro espacio sagrado; confronta positivo y negativo, fuerza y debilidad, esclavitud y libertad.



Cogidos de las manos, la energía fluye en círculo mientras las voces la acompañan. La generosidad de dar se ve ampliamente recompensada con lo que se recibe.

A veces no sabemos pedir. A veces no nos acordamos de dar las gracias. A veces la timidez se destapa y es capaz de pedir, por favor, que sigáis siendo luz y energía. Y la humildad de saber que uno no es nadie si no se apoya en los de al lado, nos permite, con un gran abrazo, darnos las gracias.





viernes, 11 de julio de 2014

Ayer

Ayer cambié las sábanas blancas que cubrían mi cama, perfumé la habitación con inciensos de la India, rescaté del pequeño baúl de los regalos miles de corazones pintados en rojo, dibujé una sonrisa donde se había instalado el monstruo de la laguna que canta y baila.

Ayer pensé en la de veces que he viajado hacia ti para que me cobijaras entre tus brazos. Esos brazos que me dan tanto sin pedir nada.

Ayer busqué dentro de mis recuerdos encuentros de lo más normales pero que dan tanto en los momentos bajos.

Ayer imaginé un baile a la luz de una luna pequeña; baile de luciérnagas intermitentes; baile a la orilla de un mar sin agua, sino lleno de deseos; baile en salones grandes disfrazados de hogar tuyo y mío.

Ayer me metí en la cama y decidí que, como soñar es gratis, mi noche se llenaría de cuentos encadenados.



Y soñé contigo, que nunca me fallas.





@Escritos