domingo, 13 de julio de 2014

La VOZ

Caminando por la habitación despacio, muy despacio, a velocidad geológica, repetíamos sin cesar las cinco vocales que nos permiten hablar.

La luz del sol de la mañana entraba a raudales a través de las contraventanas abiertas, dibujando rayos de claridad entre la oscura pizarra.

En el verde encerado, unas extrañas palabras escritas no se sabe cuándo. Un ábaco, un mapa y un globo terráqueo recordaban con palabras mudas el anterior uso de lo que ahora era nuestro templo.

Cuatro esquinas. Cuatro sillas. Cuatro elementos principales: fuego, tierra, aire y agua. En medio, el altar lleno de música en reposo, callada, dormida; instrumentos descansando de la última actuación, rodeando a "la madre". 

Y todo esto, unido por la magia de un sonido; nueve voces que, como expresión individual libre, conforman la VOZ. Esa VOZ que das vueltas en las mentes instalada en una noria luminosa de cuatro colores. Como un terapéutico mandala, crea, contiene, entiende y preserva nuestro espacio sagrado; confronta positivo y negativo, fuerza y debilidad, esclavitud y libertad.



Cogidos de las manos, la energía fluye en círculo mientras las voces la acompañan. La generosidad de dar se ve ampliamente recompensada con lo que se recibe.

A veces no sabemos pedir. A veces no nos acordamos de dar las gracias. A veces la timidez se destapa y es capaz de pedir, por favor, que sigáis siendo luz y energía. Y la humildad de saber que uno no es nadie si no se apoya en los de al lado, nos permite, con un gran abrazo, darnos las gracias.





1 comentario:

  1. Un curso interesantisimo, un fin de semana excelente, una experiencia preciosa y todo rematado con un relato delicioso, el tuyo... ¡es precioso, gracias, Bea!

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