lunes, 29 de julio de 2013

Pon tus manos en el fuego


Me manifiesto ante ti.

Y tengo ganas de que, de nuevo, me sorprendas debajo de las sábanas cuando amanece y aun no es hora de levantarse.

Me abrazas y tu mano cae sobre mi pecho desnudo, y ahí se queda tranquila notando mi respiración pausada. 


Tú oyes que estoy pidiéndote con voz muda que repitas la hazaña de quererme; que me acaricies lentamente y empecemos a sentir a borbotones cómo se eleva el día desde el reposo hasta la eclosión verdadera del goce.

Quiero que tu cuerpo y el mío sigan destilando pasión por todos sus poros y pueda lamer esas gotas que emanan invisibles, para que ese fervor llegue hasta el mismo fondo de mi sentir.

Yo sigo dándote esos besos pequeñitos, de los que sólo aguanta alguien que te quiere y que no está tenso porque se puedan transformar en besos apasionados, inicio de una rendición ante tu encanto.

Quiero que, ante mi entrega, actúes como tú y sólo tú sabes hacerlo: no pienses, no estudies, no preguntes, no planees...sólo sigue tu instinto, aunque no sepas por qué me quieres, aunque no entiendas por qué eres mío. Sigue tus impulsos; esos arranques que me hacen sentir que estás conmigo en cuerpo y alma.



Desde hace cinco estíos, todas las lunas tienen mi nombre y los soles el tuyo. Ni en esa aparente muerte en la que no era más que un corazón en barbecho a la espera de vientos favorables, dejé de saber que el conjuro que nos unió no lo mata ni la hierba más maligna, ni la tormenta más fuerte, ni que el riego se desvíe a otras tierras más bonitas pero no tan adecuadas para que crezca lo que hace falta.

Porque nuestra alianza nunca ha sido atadura, sino ímpetu, aliento y estímulo mutuo para seguir creciendo. Y ese amor que ató el conjuro es realmente eterno porque no solo es alimento y gozo para el cuerpo sino fuerza para el alma.






De nuevo, he soñado despierta contigo.

No tengo que explicar lo que siento cuando te pienso, porque se ve me en la cara. No tengo que pedir perdón por ser feliz porque tú estés en mi mundo, porque noto que sigues poniendo tus manos en el fuego y me dibujas, con rojo, un beso que me acompañará hasta llegar a mi destino.













@Escritos

jueves, 25 de julio de 2013

Admiración


Admiro a quien encuentra inspiración para hablar, para escribir, para reír y para soñar.

Admiro a quien sabe hacer una parada en el camino y escuchar al que tiene al lado aunque deje de hacer sus cosas.

Admiro a quien te hace hablar de tus sentimientos más profundos y de tus inquietudes y, encima, te hace sentir bien.

Admiro a quien sabe luchar hasta el final por conseguir lo que quiere de ti porque sabe que es bueno.

Admiro a quien ante un conflicto de intereses, es capaz de tener en cuenta los sentimientos del otro.

Admiro a quien toma decisiones y las cumple aunque con ello pueda buscarse problemas.


Admiro a quien busca la felicidad del otro porque sabe que así tendrá felicidad infinita.

Admiro a quien, pese a su aspecto de hombre rudo, es capaz de regalarte una delicada flor con un poema y un beso.


Admiro la inteligencia
Admiro la determinación
Admiro la valentía
Admiro la apertura de miras
Admiro la bondad
Admiro la generosidad
Admiro la inquietud
Admiro la alegría interior




Te admiro a ti.



@Escritos

lunes, 22 de julio de 2013

Cerezas y miel




Entre los cerezos rebosantes de frutos rojos, un brillo intermitente llamaba la atención.

El movimiento era constante pero muy lento; hacía ochos cada vez más amplios, de manera que iba recorriendo toda la superficie del árbol como si fuera una guirnalda de espumillón de Navidad, pero en pleno mes de julio.

Si alguien lo hubiera visto, sus ojos seguirían el desplazamiento como si estuvieran hipnotizados y no pudieran dejar de mirar aunque quisieran, pareciendo que se hacían ejercicios de relajación con la cabeza.



A la vuelta de la esquina, en la parte delantera del jardín, los frutos recogidos horas antes, se transformaban en confitura tras pasar por un cuidadoso proceso. Desde el aire, una presencia callada observaba cómo se movían todos, y se deleitaba percibiendo de qué color era la energía que despedían cada uno de ellos desde su interior.


Todo era actividad y alegría en medio de un día tormentoso.


Ahora, el brillo intermitente revoloteaba alrededor de aquello que parecían mesas hechas de tronco de roble con una cubierta de negra pizarra y que en realidad eran antiguas colmenas muy bien conservadas. Dentro, protegidas del frío durante el invierno o del fuerte calor del verano, las abejas construyeron en su día sus panales de miel, que luego era recolectada.


Mientras las alas de Darabita no paraban de moverse, ella curioseaba, descubría, avistaba: cerezas y abejas; árboles y colmenas; confitura y miel.


El hada Darabita, acostumbrada a provocar ilusiones, decidió que antes de que finalizara el día tenía que dejar en el cielo, a la vista de todos, el regalo más preciado de un día soleado que se moja.

Pidió ayuda a las hadas del hayedo cercano y se puso manos a la obra.
En un momento, gota aquí, gota allá, construyeron algo que nunca ha dejado de parecer maravilloso a los ojos humanos, tomado en ocasiones como portador de augurios, en otras como inspiración de leyenda y, siempre, como una obra de arte digna de admirarse.

Al grito de ¡venid, mirad!, se asomaron todos al balcón del piso alto, y situados entre el sol y la lluvia de gotas esféricas, contemplaron dos arcos de colores en el cielo (el primario y el secundario) que nunca podrían llegar a tocar porque el arcoíris es solo un fantasma, una imagen. El trabajo de las hadas, colocando las gotas justas en el sitio adecuado, provocaba que cada uno de los presentes viera su propio arcoíris porque al mirar hacia él “solo” vemos luz dispersada por diferentes gotas de agua y cada cual ve distintas gotas. 


Además, como el sol ya estaba bajo, la cresta del arco iris era muy alta; todo un espectáculo final para el inicio de una singladura hacia el éxito de un sueño.


Darabita siguió durante un buen rato revoloteando por encima de sus cabezas, pero nadie la vio porque estaban todos extasiados disfrutando de esos colores en el cielo que estaban uniendo, sin saberlo, el tesoro fantástico que encerraba esa casa: la ilusión de unir para siempre cerezasy miel.




  



@Darabita

miércoles, 17 de julio de 2013

Hoy soñé contigo

Hoy soñé contigo.
Juntos tú y yo hacia un nuevo destino
donde el amor es el verdadero y único testigo
de lo que llevamos acumulado en nuestro camino.

Pero no es raro.



Desde que te descubrí te soñaba.
Cuando te conocí, mi pasión manaba
buscando un beso, una caricia como la lava,
o encontrar tu cabeza en mi almohada.

¡Dulce amor de días plenos y noches locas!,
nunca podré olvidar aquellos días cerca del mar,
cuando nos divertíamos mordiéndonos las bocas
y gozábamos respirando la luz crepuscular.

Con la tranquilidad de observar juntos
aquellas chispas tiernas de nuestros ojos,
y de medir la distancia entre esos dos puntos
que acortábamos a nuestro antojo.

Sentir tu piel ardiente sobre la mía,
quedarnos sin aire al abrazarnos,
disfrutar de nuestra alegría,
y cansarnos de tanto amarnos.

Dormir abrazados sin hueco en medio
dibujando mi cuerpo y pintándome de colores brillantes,
para así seguir sintiendo tu incesante asedio
hasta que consigues de mí, atenciones abundantes.

Tú, como la brava espuma salada,
llegas y te retiras, llegas y te retiras.
Mientras, yo me siento transportada
y tú, sin que tu mente lo sepa, suspiras.




El conjuro que nos hechizó
sigue atrapándonos con fuerza
porque el amor, irremediablemente nos unió
y el tiempo, contra viento y marea, lo refuerza.




No sabes cuánto sentimiento pueden encerrar las letras
hasta que relees cosas que se llevó el viento 
y vuelves a sentir que la inspiración y el sentir se compenetran
como si no hubiera pasado ni una brizna de tiempo.


Te quise, te quiero y te querré.
Por los siglos de los siglos,
Amén








@Poesía

lunes, 15 de julio de 2013

Compartimos

Formas, colores, espacios y texturas.

Vientos, soles, lluvias y lunas.

Risas, lágrimas, besos y abrazos.

Penas, alegrías, temores y fantasías.

Miradas, caricias, sexo y ternura.

Palabras, letras, sonidos y cantos.

Libros, cuadros, cuadernos y fotos.

Playa, nieve, montes y llanos.

Relatos, recuerdos, olvidos y jácaras.

Compras, regalos, detalles y agasajos.

Subidas, bajadas, horizontales y espirales.


Libertad, verdad, generosidad y bondad.

Dudas, ilusiones, proyectos y fracasos.

Miedos, voluntad, esfuerzos y descansos.

Respeto, libertad, compromiso y distancia.

Kilómetros, minutos, calendarios y áreas.

Agua, frío, sudores y calores.

Saludos, despedidas, silencios y charlas.

Amor, atención, amistad y cariño.


Todo aquello que compartimos
lo llevo siempre conmigo,
aunque cada uno viaje en su barca.












Yo sé que la vida no es un camino de rosas
por eso no quiero preocuparme más por lo que me hizo llorar
sino valorar lo que me hace sonreir.



@Escritos

martes, 9 de julio de 2013

La rosa de los vientos


Norte

Sur

Este

Oeste

Puntos de referencia universales.

El Norte es el punto en el que hay que fijarse para no perder el rumbo. Nos guía a la razón, al orden, al saber estar y al hacer las cosas como se debe.

El Sur nos lleva a lo natural, al ritmo, a la dulzura y a las ganas de movernos.

El Este es un camino incierto, hacia el pasado, a contracorriente, hacia donde salió el sol de la mañana.


El Oeste nos guía hacia adelante, hacia el futuro, paradigma de libertad.

Cada uno tenemos nuestra rosa de los vientos, con sus 32 opciones para elegir rumbo.

Unimos el norte con el este, el sur con el oeste, el noroeste con el sur...


Es la unión constante de contradicciones entre las que nos movemos cada día: escoger un rumbo para cambiar rápidamente hacia otro. Porque es más interesante viajar que llegar.

Pero hay épocas en las que nuestros puntos cardinales están perdidos. Cada uno va en su dirección y no sabemos a dónde vamos. Tan pronto miramos al Norte como al Oeste. Y cuando decidimos ir al Sur, una racha de viento nos lleva al Este. El viaje se convierte en un camino de vértigo, de contradiciones, de miedos e inseguridades que sólo se calman (aunque parezca paradójico) dejándose a merced del viento, sin empeñarnos en seguir una dirección concreta, hasta que amaine la brisa y podamos retomar el rumbo.



Y esos vientos que nos deben llevar tienen nombre conocido: amor, libertad, verdad y bondad.

El viento del amor porque nos hace felices y, en contra de lo que muchos piensan, lejos de disminuir con los años, crece en la medida en que nos dejamos empujar por él.

El viento de la verdad puede ser un huracán o una suave brisa, pero siempre ofrece una fuerza irremplazable. Quien vive en la verdad no le teme a nada ni a nadie. La verdad crea amistad, abre caminos, nos hace transparentes y es el viento que más construye cuando hablamos de relaciones humanas.

El tercer viento, incontenible a veces, es el de la libertad. Libertad no precisamente de hacer lo que me venga en gana, sino la que me permite elegir lo que hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable en cada ocasión.

Finalmente, el último viento, el que hace volar los toldos de los cómodos y egoístas, es la suave brisa de la bondad. Es un viento humilde como el paso de una hormiga, pero tan necesario como el agua y el aire para la convivencia. Casi no se hace sentir, pero sus efectos entran sin más en el corazón del que lo recibe y le hace mucho bien.


El Norte, el Sur, el Este y el Oeste; amor, verdad, libertad y bondad dando vueltas a ritmo de vals candente.

Y en el centro,

sólo un corazón,
sólo un alma,
sólo diré un te quiero
que te proporcione calma.



 



@Conocernos

jueves, 4 de julio de 2013

En el museo



Te miro y no veo un hombre sino diversas obras unidas en tu persona:

Una boca que es siempre una pura sonrisa y que me da mordisquitos con los labios apretados.

Una nariz que me busca para hacerme cosquillas y que aspira despacio la fragancia que emana de cada rincón de mi piel.

Unos ojos que reflejan los míos como un espejo translúcido y que me miran con ternura cada despertar.

Unas orejas que, siempre alertas, me esperan y que escuchan muy atentas los susurros que les dicto.

Unas manos fuertes que me explican tu historia vivida con el pasar de los años y que me acarician con escalofríos, sin apenas rozarme.

Un cuerpo infinito que me espera siempre: unas veces para amarme con deleite, otras para protegerme con ternura, acurrucándome en sus huecos.

Y algo que no se ve al mirarte pero que yo noto incluso en la distancia: un alma resplandeciente que te hace enfocar la vida de forma que sea fácil encontrar soluciones, ventajas y posibilidades en todo lo que se te presente, y que hace que seas mi faro en el proceloso mar de la vida.


Tu boca, tus ojos, tus orejas, tus manos, tu cuerpo, tu alma: Tú, la mayor obra de arte de mi galería.









@Escritos

lunes, 1 de julio de 2013

¿Eres tú?



Si eres capaz de tatuar en mi cuello tu pasión casi sin tocarme.

Si puedes bailar descalzo en la alfombra con ritmo del que sale sólo de vez en cuando.

Si en tus besos pones piel y alma, entusiasmo y esencia, corazón y presencia.

Si tu llanto se transforma en pompas de jabón que se elevan cuanto más fuerte soples.

Si me transmites tu magia a través de los poros de mi piel con solo mirarme.

Si ves colores en mi mirada como si salieran de ella pigmentos cuando te miro.

Si acaricias mis sentidos con tus palabras calladas.

Si sabes que tenerme es un regalo del fin de los días.

Si consigues susurrar con deseos las imágenes de tu alma.

Si atrapas mi olor y lo distingues entre todas las esencias del jardín.

Si tu palabra cobra vida en medio de la noche, pidiéndome gozar.

Si me atrapas en la oscuridad para compartir las últimas sonrisas del día.

Si los recuerdos te embriagan entre sábanas de sueños y almohadas de fantasía.

Si un breve instante te basta para convertir toda una vida en una quimera.

Si en tu mundo de sueños nadas como un pez, vuelas como un ave y amas sin reparos.

Si conviertes la excitación en espuma de mar salada.





Si cumples todo esto, es a ti a quien espero.








PD: a veces hay que ser valiente y lanzarse a la piscina



@Escritos