martes, 29 de julio de 2014

Julieta



A 840 metros de altitud, cerca de ríos y montes, dentro de cuatro paredes con inscripciones latinas en piedra, frescos, pinturas, grabados, tallas, orfebrería y mobiliario de distintas épocas, daba vueltas, nerviosa, por el castillo- palacio de hace siglos.

Realmente, no es que sea un castillo de los de damas y caballeros, dragones y magos, bufones y reyes, soldados, campesinos y artesanos; vamos, de esos que se ven aún por las cimas de España.

Porque si lo miras bien, con los ojos que hay en la cara, es una habitación encima de una nave. Pero si lo observas con los ojos de la imaginación, -esos que a veces Darabita te abre durante un rato para que seas capaz de vivir aventuras que de otra forma no podrías-, es un verdadero castillo-palacio en el que tienen cabida las historias más complejas y también las más sencillas del día a día.

Dentro, ella espera pacientemente asomada al balcón a que venga su caballero andante a decirle esas frases de amor apasionado que podrían formar parte de una poesía encadenada.

Los cuatro rizos que se salen de la coleta, se creen esa gran trenza que las damas medievales lanzaban a sus amantes; la camiseta 100% algodón se transforma por arte de magia en un vestido de tela gruesa, tosca y resistente, de color pardo, avellano y negro; esa mujer del siglo XXI, por arte de birlibirloque se convierte en una Julieta de esas que han existido en todos los tiempos desde que el mundo es mundo. 

Fuera, la transparente piscina interpreta a la charca cristalina de siglos atrás donde él mitiga el calor del verano, como si fuera el agua fresca del río que baja alegre aun siendo la mitad del estío.

El polvo mágico de un hada hace imaginar cómo sería la vida hace muchísimos años. Y como la imaginación puede volar muy alto, enseguida me monto una película con sus personajes vestidos de época y todo (quizás lo imaginado no corresponda con la vestimenta, el habla y  las costumbres de la época real; pero eso sólo se sabría si algún día esas entelequias salieran a la luz. Y no lo van a hacer).

Algo tan simple como asomarme a una ventana, me hizo imaginar una historia de amor, una amante encerrada y un galán de los que se tildaban en aquella época de "caballeros andantes", que le pedía a la doncella que se asomara al balcón para ver su rostro e irse así a la guerra con nuevos bríos.

Cuando vuelvo a la realidad, sólo tengo una foto hecha en mi retina de un jardín fresco y alguien que desde abajo me dice: ¡Qué!, ¿tomando el fresco?



Y me siento bien por ser capaz de imaginar historias, conversaciones, vestidos, situaciones…, y compartirlas contigo.







A veces hay que pararse a imaginar

@Relatos

lunes, 21 de julio de 2014

Sí, quiero



Quiero despertar mirando tu sonrisa, saboreando tus besos, sintiendo el calor de tu piel morena.

Quiero mostrar al mundo lo que ayuda a ser feliz, una mente abierta.

Quiero que la barca de la vida te traiga suavemente hacia mi arena.

Quiero tener tu mano cerca cuando busco consuelo, cuando no tengo tiempo, cuando siento que no puedo.

Quiero sentir el aire del jardín en mi cara mientras recorro el paisaje de tus deseos.

Quiero agarrarme a ti porque eres mi credo.

Quiero cabalgar sobre el corcel más tranquilo y disfrutar a tu lado de un paseo.

Quiero inmortalizar momentos de alegría con la savia nueva de vida que nos rodea.

Quiero compartir contigo la dicha de empezar una vida que ya hemos recorrido.

Quiero sentir un amor que comenzó de adultos y que sigue joven aunque nos marquen las huellas del tiempo.

Quiero que seas el templo donde me recojo cada día dormida.



Quiero envolverte la vida en papel de colores brillantes y ponerle un lazo de organdí rojo.


 


Y si aún así me preguntas qué quiero, te digo:


Te quiero como cómplice,

como apoyo,

como compañero de fatigas,

como alegría de mis días.



Y tú, ¿quieres?

Sí, quiero 








@Escritos

domingo, 13 de julio de 2014

La VOZ

Caminando por la habitación despacio, muy despacio, a velocidad geológica, repetíamos sin cesar las cinco vocales que nos permiten hablar.

La luz del sol de la mañana entraba a raudales a través de las contraventanas abiertas, dibujando rayos de claridad entre la oscura pizarra.

En el verde encerado, unas extrañas palabras escritas no se sabe cuándo. Un ábaco, un mapa y un globo terráqueo recordaban con palabras mudas el anterior uso de lo que ahora era nuestro templo.

Cuatro esquinas. Cuatro sillas. Cuatro elementos principales: fuego, tierra, aire y agua. En medio, el altar lleno de música en reposo, callada, dormida; instrumentos descansando de la última actuación, rodeando a "la madre". 

Y todo esto, unido por la magia de un sonido; nueve voces que, como expresión individual libre, conforman la VOZ. Esa VOZ que das vueltas en las mentes instalada en una noria luminosa de cuatro colores. Como un terapéutico mandala, crea, contiene, entiende y preserva nuestro espacio sagrado; confronta positivo y negativo, fuerza y debilidad, esclavitud y libertad.



Cogidos de las manos, la energía fluye en círculo mientras las voces la acompañan. La generosidad de dar se ve ampliamente recompensada con lo que se recibe.

A veces no sabemos pedir. A veces no nos acordamos de dar las gracias. A veces la timidez se destapa y es capaz de pedir, por favor, que sigáis siendo luz y energía. Y la humildad de saber que uno no es nadie si no se apoya en los de al lado, nos permite, con un gran abrazo, darnos las gracias.





viernes, 11 de julio de 2014

Ayer

Ayer cambié las sábanas blancas que cubrían mi cama, perfumé la habitación con inciensos de la India, rescaté del pequeño baúl de los regalos miles de corazones pintados en rojo, dibujé una sonrisa donde se había instalado el monstruo de la laguna que canta y baila.

Ayer pensé en la de veces que he viajado hacia ti para que me cobijaras entre tus brazos. Esos brazos que me dan tanto sin pedir nada.

Ayer busqué dentro de mis recuerdos encuentros de lo más normales pero que dan tanto en los momentos bajos.

Ayer imaginé un baile a la luz de una luna pequeña; baile de luciérnagas intermitentes; baile a la orilla de un mar sin agua, sino lleno de deseos; baile en salones grandes disfrazados de hogar tuyo y mío.

Ayer me metí en la cama y decidí que, como soñar es gratis, mi noche se llenaría de cuentos encadenados.



Y soñé contigo, que nunca me fallas.





@Escritos


lunes, 7 de julio de 2014

Las musas


Dicen que hay musas volando por el aire y que a veces se posan en nuestras cabezas.

No tenemos idea de su forma, ni su textura ni su olor. Pero son entes, aunque no tengan cuerpo.
Esencias en forma de fugaces imágenes sin representación para los ojos.
Evocaciones de pensamientos aun sin nacer.
Nociones de ciencia que no se conoce pero se percibe.
Sospechas de luces que nos iluminarían el camino.

Y yo, cuando noto algo extraño de este tipo, abro mi mente y respiro con fuerza para que si la musa quiere entrar, que entre.

Y la acojo como a una visita: la pongo cómoda, la agasajo, la obsequio con mis detalles e incluso la mimo. Porque ya que está conmigo, quiero que me de todo lo que para mí ha traído.


A veces veo por los pasillos una sonrisa pegada a un cuerpo que me recuerda los ratos que pasamos hablando de los sueños que se quedan atrapados en la almohada. Y a aquellos besos robados a la luz de los neones que no pudieron salir a darse un paseo al sol, ni fueron capaces de verse más allá de las ilusiones del color.

Otras, oigo una voz que me corea una melodía y que me tararea el sonido de una voz diciéndome: quiero que me esperes despierta porque cuando llegue pondré sobre ti el más dulce de mis besos, y tu cuerpo me dirá sin palabras lo que se alegra de verme.

Otras, creo que imagino una conversación entera contigo. De esas que te mantienen despierto porque te envuelve el alma cuando empieza a hacer frío. De aquellas que antaño tuvimos al calor de un abrazo cuando dormía contigo. De las que tienen sabor a espuma de café recién molido.

¿Todo eso será trabajo de las musas? ¿o simplemente las ganas de plasmar en esculturas de letras lo que me ronda la cabeza?




Para mis musas….y musos









@Escritos

jueves, 3 de julio de 2014

Quiero (2)



Quiero un mar azul tranquilo y sereno.

Quiero un cielo sin nubes que deje pasar los rayos del sol.

Quiero un faro que en el océano me guíe.

Quiero una sombra que me proteja cuando te miro.

Quiero sentirme al abrigo de las mareas incontenidas.

Quiero navegar por el buen camino.

Quiero disfrutar de ese sitio que sólo tu y yo conocemos


Quiero levantarme cada mañana con tu sonrisa cerca de mi oido.

Quiero cuidar el jardín que nos acoge cuando hace frío.

Quiero bailar al son de la música de nuestras vidas.

Quiero sentir tus abrazos sin necesidad de pedirlos.

Quiero ver crecer nuestros sueños antes de que nos despertemos.





Quiero, quiero, quiero...




Quiero que estés conmigo porque te quiero.










@Escritos