¡Cuéntame un cuento! me dijiste mientras acurrucaba mi cabeza en tu pecho.
Una princesa vestida de largo; un gato siamés con ojos muy abiertos; un hada
semi-transparente lalamada Darabita; un pez globo de miles de colores; un pirata con su loro al
hombro y una botella de ron en la mano; un pequeño indio con taparrabos y con el
sonoro nombre de Hiawatha; un sastre que es muy valiente; un dragón que come
piedras; un feroz ogro que resultaba ser muy bueno; un coche que cuando no
corre, vuela; un pato millonario que nada entre billetes; tres cerditos
hermanos; un deshollinador que canta y baila; unos personajillos indefinidos
pero eso sí, de colores (Piticlín, Verdiglás, Pitusflás y Rogelín); un elefante
con las orejas muy grandes...
Todos dan vueltas y más vueltas por el
recinto. No saben dónde ir, no saben dónde colocarse, no saben si es su momento
de actuar o sólo de presentarse. Han salido del arcón de los recuerdos sin una
misión concreta. Son personajes de quimeras, de historias que oí muchas
veces e incluso de cuentos que inventé en su momento.
Y mientras te hablo con voz pausada, como si te estuviera induciendo un trance, oirme activa tu imaginación aletragada, se te alivia el cansancio, se enriquecen tus imágenes mentales,
se te potencia la atención, la escucha y la memoria, a la vez que tu cuerpo se relaja.
Pero sobre todo, mientras el cuento expresa y
recibe sentimientos y valores, favorece la unión del que lo cuenta y del que lo recibe.
Bostezas, el cansancio se apodera de ti y sientes
cómo tus ojos se van cerrando y los sentidos comienzan a aletargarse. Fuera,
todo está oscuro y ves puntos de luz. Añoras oír aquella voz que te hacía llegar
hasta el mismo fondo de tu imaginación y te hacía vivir como un héroe, un
artista o un mago.
Inventar cuentos requiere dedicar atención y pensar
en aquellos a los que van dirigidos y por eso ellos se sienten verdaderamente
especiales (y sin duda, lo son).
Me gusta seguir inventando cuentos.
Ahora, quizás ya no hay brujas buenas, ni niños, ni perros que hablan. Pero en
mis cuentos de adulto sigue la ilusión de plasmar sentimientos mezclados con
fantasías que te hagan dormir un poco mejor cada día. Porque la magia existe en
los pensamientos y en esos cuentos en los que ojalá nunca se leyera la palabra
“Fín”.
Para aquellos a los que les gustaron y les gustan los
cuentos: sabed que cuando el cuerpo duerme, Darabita puede visitaros y haceros creer que volveis a ser niños viviendo la ilusión de sentiros queridos.
@Darabita
Beatriz a mi también me gustan los cuentos, y los escribo, son como un bálsamo de paz para quien los recibe y son una sonrisa en labios de quien lo saca a la luz.
ResponderEliminarUn abrazo,
Y sobre todo, son la expresión de la imaginación liberada.
EliminarYo le leía cuentos a mi hijo antes de dormir. A veces tenía que inventar alguno por exigencias infantiles y eso me costaba un poco más. Prefiero escribirlos.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por quedarte en mi tren.
Lo bueno cuando los inventas es que puedes adaptarlos a la situación del día. Lo malo, que como te digan al día siguiente que lo vuelvas a contar, no te cuerdas (a mí me pasaba con los míos, jajajaj)
EliminarNo me resigno, exijo el derecho a no a dejar de ser niño.
ResponderEliminarNunca dejaremos de ser niños si mantenemos la ilusión.
EliminarNo te has olvidado de nadie, has traido a todos los personajes. Hay noches que la siento, a Darabita.
ResponderEliminarColorin colorado
Darabita es un hadita muy traviesa y a veces hasta se deja ver. Yo siempre estoy esperando que sea uno de esos días...
EliminarSin fantasía la vida es oscura, esos cuentos son el preámbulo de dulces sueños.
ResponderEliminarUn abrazo
Realmente, la fantasía da luz y color a todo lo que toca. Y sin son cuentos, más.
EliminarQue tu hada Darabita nos visite a todos y cada uno de nosotros, porque si ya soñamos despiertos a través de tus textos, entonces con ella llenaríamos de ilusiones todos nuestros sueños. La fantasía y la imaginación deberíamos mantenerlas siempre vivas.
ResponderEliminarA veces, Darabita me cuenta, que mientras visita a aquellos a los que le gusta soñar despiertos, nota que tiene que hacer muy poco esfuerzo para que la fantasía penetre en sus sueños.
Eliminar¿Te gusta soñar despierta?
Mi querida Beatriz una vez más, me has acercado a tu mundo, me has echo sonreir cuando me esta doliendo el alma, la paz que transmites y el mundo de suavidad y ternura de Darabita , consuela y sus burbujas de color iluminan la oscuridad.
ResponderEliminarMil gracias por contarme un cuento .
Besos llenos de cariño
No dejes que el dolor de tu alma traspase hasta tus sentidos. Si hace falta que Darabita vaya a curarte, la mando por mensajero urgente. Y si quieres que yo la ayude, dame un silbidito.
EliminarBesos
:)
ResponderEliminarDile que venga esta noche a verme.
Besos.
Hecho. ¿Fue?
EliminarMe ha gustado muchísimo esa mezcla variopinta de personajes típicos en lugar atípico. Desorientados. Me hechizó por completo, quizás porque muchas veces me siento así, un poco expectante. O es que a lo mejor no somos tan adultos y añoramos historias mágicas de esas en las que el por qué no importa. Gracias, Beatriz, precioso. Besos.
ResponderEliminarPienso muy amenudo que si nos dejáramos llevar por la fantasía aunque fuera un ratito al día, nos iría mejor a todos.
EliminarLa magia se esconde en las historias que escuchamos con ojos de niños.