domingo, 29 de septiembre de 2013

Día a día



Beso a beso
Caricia a caricia
Mirada a mirada
Sonrisa a sonrisa
Dulzura a dulzura



Así vamos conversando día a día.


De mis ojos a los tuyos, de los tuyos a los míos, las miradas van pasando y se dicen silenciosas lo que las palabras no se atreven a chillar.

Mis manos te traspasan toda la ternura que tengo dentro y las tuyas me responden con un toque leve y superficial, haciéndome cosquillas.

Y mis besos se transforman lentamente en roces pequeños, rápidos y suaves sobre tu mejilla que espra impaciente ser acariciada por mis labios.

Mis suspiros al notarte cerca hacen que cierres lo ojos mirando al horizonte y eso me dice que recoges mi aliento para seguir adelante.

Y tú, solo tienes que mirarme y sonreírme, besarme y acariciarme despacio, porque con ello me dices que formo parte de tu vida.

Tu cuerpo entero demuestra lo cerca que me quieres y el mío responde sin emitir ni un sonido.

Un beso, una caricia, una mirada, una sonrisa...nos llevan de los gestos callados a las palabras, mientras vamos lentamente el uno hacia el otro.









 


Amo tanto la vida que soy capaz de morir de amor, por vivirla.










@Escritos

martes, 24 de septiembre de 2013

Amarrados


Respira el aire que entra por el balcón.
Aire lleno de yodo y sal,
de verde y sol, de viento y humedad, de ilusión vacía de todo mal.

Y respira también el aroma que desde dentro, a golpe de suspiros callados, emite todo mi cuerpo con movimientos escalofriados.

Te espero con tranquilidad, dando aire a la línea que nos une. Pero, sin poder evitarlo, te busco con ansiedad cuando llegas por fin a mi lado mientras recorro tu geografía con el aceite en mis manos.Y tú, despacio y con voz profunda, me nombras sin decir ni una palabra.

Oírte decir mi nombre me hace acercarme como un resorte y entregarme a tus deseos, hasta perder totalmente el norte.


 
Atrapa la magia que, en forma de destellos, sale de la piedra que luce mi mano.
Ese color que cambia con la luz y que me recuerda el cielo de las noches de verano.

Quédate conmigo aunque estés lejos.
Sigue dándome el cariño y la ternura que te invaden cuando me miras despacio
y me recuerdas que estoy hecha de azúcar y miel.






Porque tuve la oportunidad de quererte y no la desaproveché.









@Escritos





miércoles, 18 de septiembre de 2013

Vuelta a empezar cada día

 

Siempre amanece un nuevo día. No es un día como el de ayer, como el de anteayer, y menos aun como el de hace tres semanas. Es, siempre, un nuevo día.

Día de volver a tomar con ganas la vida. Porque tenemos la facilidad de sentir la respiración del aire que nos anima. Un aire con olor a zumo de naranja y sabor a corazones de azúcar.

Y tus ojos cerrados mientras el sol te acaricia, están viendo pasar por delante de ti las imágenes placenteras de la noche, cuando tus manos acariciaban mis deseos y tus labios besaban mis ganas de tenerte cerca.

Viajo con mil sentimientos guardados en mi mochila que me acompañarán siempre en el camino de la vida. Pulsos al aire para demostrar que no sucumbo al desaliento, que camino segura aunque el suelo no sea llano, que no solo no me escurro de tus abrazos, sino que espero poder cobijarme por siempre en ellos.



Y recuerdo sin remedio aquellos primeros días pintados de sol y mar, de despertares tempranos y anochecidas tardías, aquella poesía de tus palabras que decidiste guardarte para ti solo, aquellas tardes de bochorno en las que las risas nos servían de abanico.

Va viniendo el frío mientras dentro de nosotros el calor es cada vez más intenso. La complicidad nos acompaña y los besos de buenos días reflejan la alegría en nuestras caras; el regalo de tenernos y entregarnos, uno al otro,lo más preciado que tenemos: la vida. Sin medidas, sin egoísmos, sin miedos; con la certeza de que dar a manos llenas nos produce más beneficio que guardar en los bolsillos.




Sólo puedo decirte que cada día que amanece, cuando la luz despierta el sueño, mi primer pensamiento es para ti, indiscutible artífice de mis ganas de volver a vivir como siempre he querido.














@Escritos

domingo, 15 de septiembre de 2013

Fuego en el alma



Miro el cielo oscuro sin ver nada más que la nada.
Vuelvo a mirar y ahora veo pequeños puntos de luz porque es una noche estrellada.

A lo lejos oigo señales de conversaciones festivas: risas y voces más que altas, que celebran la propia algarabía de oírse en compañía.

Me pongo a escribir con tinta seca y trazos perfectos. Busco el ritmo que ya no tengo porque dejé que, a la vez que mi cuerpo se tostaba, mi mente descansara.

Pienso en ti y me detengo. Mis dedos se paralizan mientras la risa se instala en mi cara y mis ojos miran, sin ver nada, un punto indeterminado.

Te imagino mirándome despacio sin apenas decir nada, sin más luz que la de tus dedos cuando con tus caricias me acercas hasta tu presencia encantada.

Pienso cómo el tiempo corre veloz al compás de las mañanas que despiertan, uno tras otro, los hilos que tejen nuestra cada vez más tupida tela de araña.



Sé que la sangre corre por mis venas porque así me lo contaron, pero como no lo veo, creo que miles de gotas bailan para llegar hasta el mismo borde del agua.

Sé que la tierra gira con dos movimientos acompasados porque en su momento me lo explicaron, pero como no lo veo, imagino que el sol quiere que yo apueste cuántos centímetros se trasladará sobre el horizonte para jugar al escondite detrás de mi castillo.

Sé que si te observo y tú me miras, soy capaz de ver hasta el fondo de tu alma.



De nuevo observo el cielo oscuro y ahora veo algo más que una noche estrellada: miles de gotas de luz coloreadas, que me dicen sin palabras lo que siento cuando pienso en la promesa que nos hicimos sin ninguna palabra.  



Prometí renovar año a año con el fuego de artificio, el conjuro que nos unió para siempre. Porque aunque a veces nos cieguen las joyas falsas, nos tenemos uno a otro tatuado; y eso es imposible borrarlo.


Por eso ahora, cuando abrazo tu presencia callada mientras el ruido atrona nuestros oídos, sé que tú te ocuparás para siempre de que no me pase nada. 








@Escritos

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El mundo a tus pies




Oigo una música a lo lejos. No es más que un rumor de notas que llevan su cadencia a golpe de timbales.

Aprecio una brisa que me despierta un escalofrío como si fuera tu aliento que se me acerca despacio y sin avisar desde mi espalda hasta mi oreja.

Noto el pulso de mis venas llevando por mi cuerpo la savia de vida que me anima.

Siento en el aire el olor a veneno que me insufla pensar en tus manos recorriéndome despacio.

Miro en silencio el arcoiris que ha levantado la lluvia porque sé que así percibo en él toda la gama de colores que tienes guardada.

Hago pompas de jabón para que te hagan cosquillas cuando te acercas y así oír tu risa una vez más.



Porque estoy acumulando experiencias que me permitan para siempre tenerte cerca de mí, soñarte, quererte, pensarte y amarte. Y las guardo celosamente bajo mi almohada para poder -cuando me apetezca- derretir sueños y transformarlos en ilusiones. 









 @Escritos


martes, 3 de septiembre de 2013

¿Y por qué me gustaría?



Me gustaría sentir contigo el otoño bajo mis pies descalzos.

El fresco aroma de la tierra húmeda en la mañana, antes de que el sol cumbre el cenit del mediodía.

La brisa suave que revuelve mi pelo sobre mi frente al mirar hacia atrás para ver cuánto camino hemos andado.

Los colores marrones y verdes tintados de ocres y de reflejos de sol que se marchitan.

Y andar contigo al lado hablando sin prisa, pintando sueños en la brisa y riéndonos al vernos de esa guisa.





Me gustaría sentir siempre ese cariño que me trasmiten tus manos cuando me acaricias con aparente despiste.

Ese masaje tranquilo bajo mi cabello rizado que hace que mi mente se aleje del mundo y se acerque cada vez más a ti.

Las palabras soñadas que sólo oía en mis fantasías y que salen de tu boca sin esfuerzos cuando me miras.

El saber que estando un rato contigo me olvido de esos fantasmas que me rondan en mis pesadillas.

Y tu risa franca cuando me asusto del batir de las alas de ese pequeñísimo pájaro brillante que se acurruca en tus manos porque se siente seguro.





Me gustaría sentarme contigo bajo el porche estrellado y ponerle nombre a cada lucero dorado.

Llamarlos de uno en uno para que entren en casa y que vayan adornando cada rincón de la estancia.

Sentarnos luego ante el fuego y contar las chispas que restallan sin vergüenza de explotar de algarabía.

Beber las mieles del amor que nos damos a la luz de un candil sombrío y al olor del incienso apagado.

Y sentirte entrar en mi cuerpo sin prisa por encontrarme, porque sabes que tengo para ti todo mi tiempo guardado.












@Escritos

domingo, 1 de septiembre de 2013

El jardín de la alegría




Las noches se engalanan con reflejos de tus pestañas.
Imágenes que pasean de un lado a otro de la estancia, como si fueran fantasmas que están de fiesta.
Mi mente recrea vivencias que salen de debajo de tu almohada.
Mi cuerpo sufre corrientes que me transportan veloz hasta tus brazos.
Somos un mismo camino plagado de desvíos y atajos.

Y cuando te observo callada, con esa mirada mía que escruta sin querer entrometerse, te veo como un sarcófago enigmático, cerrado a cal y canto, a prueba de las más fuertes inclemencias del tiempo, reflejando su forma y su belleza por fuera y guardando con total sigilo todo lo que lleva dentro.

Tus palabras me traspasan, tu pensamiento es mi rompecabezas, tus deseos me involucran, tu vivir me apasiona. E inevitablemente, una y otra vez, mi corazón siente y se enternece.


Me gusta ver tu ventana adornada con jardineras.
Pensarte riendo tras las cortinas del salón cuando entro desde la calle.
Hacerte el café por la noche cuando tu sofá te espera impaciente.
Hacer diana una y otra vez cuando he cambiado la punta de los dardos por rayos de amor insoronizados.
Calmar tu tensión con mis manos empapadas en aceite e incienso.
Comerme tu aliento a besos y sentir tus manos fuertes.
Sentirte protegiéndome del frío, llenándome de caricias y cubriéndome de mimos.

Abrazarte por detrás cuando tu sueño te vence.
Amarte como sólo sabe amar un corazón ardiente pero equilibrado.



Y cuando los años nos regalen más tiempo, quiero disfrutar contigo la tranquilidad de un desayuno al sol,día tras día, en nuestro particular jardín de la alegría.







@Escritos