martes, 9 de septiembre de 2014

Dame una canción, aunque sea desentonada


El sol quiere jugar. Se esconde tras las montañas sin importarle ser tapado por las nubes de blanca guata, y se agacha hasta quedar totalmente oculto.

Espero un rato hasta que comprendo que no va a volver a salir, al menos hasta mañana.


Es como cuando alguien se calla.




Pongo música que me corteje y me lleve al mundo del ensueño, donde todo es rítmico y tranquilo, donde las notas se agolpan y no caben las melodías desafinadas.

Sólo las dulces notas de una música acompasada me acompañan, aunque a mi lado está tu mirada.

Disfruto de un paseo por el mundo oculto de mi silencio. Me he acostumbrado a no exigir nada, a callar para no destapar fantasmas, a quedarme en mi sitio agazapada, a dejarle espacio a lo que tú le das importancia.




Soy feliz porque te miro muy dentro sin que te des cuenta, y yo sí que veo esas líneas invisibles de tu alma con las que pintar tu felicidad en una lasca de negra pizarra.

















A veces es más fácil de lo que parece seguir el camino de baldosas amarillas; sólo hay que decidirlo. Porque lo que nos limita no es lo que somos, sino lo que creemos que somos. Descubre tu fuerza.






1 comentario:

  1. El camino de baldosas amarillas es un broche genial para tus palabras. Un abrazo

    ResponderEliminar

Me harías feliz si dejaras aquí algo