Recuerdo aquellos días en los que mi magia de pacotilla lanzó al aire un conjuro
de felicidad…y se instaló en tu espalda. Y la recorría despacio, haciendo
cosquillas y en algunos puntos, con más fuerza, curaba tensiones del día a día.
Aires de fiesta, muchas palabras, tiempos de risas, ríos de
plata.
Nunca he querido poseer nada. Nunca he querido atrapar ningún
alma. Solo compartir lo que me hace feliz sin que tengan que encenderse
alarmas.
Sentimientos sin sentido, si no tienen a su lado esa chispa de
ilusión que me levanta cada mañana: escucho campanas, veo reflejos en las
ventanas, oigo tu voz cantarina y siento en mis manos la suavidad
tranquilizadora de tus caricias.
Porque si yo fui capaz de hechizarte
aquel día, tú me has devuelto a la vida; una vida que es mía y que sabe que sólo
dando, puede estar viva.
Nada me turba, nada me espanta, y no tengo
miedo a seguir por donde venga el viento. Porque no quiero comprender demasiado
tarde que perdí toda una vida, solo por miedo a vivirla.
Despacio, cuando te llega la señal invisible de que el alma llora aunque en la cara se pinte una sonrisa, vuelas sin hacer ruido a serenar los ojos que tililan.
Mis labios te buscan para sellar el presente.
El mañana no sabemos si existe.
El ayer se quedó atrás, y
te enseña
que hay que aprovechar todo lo que aprendiste.
Porque todo lo que somos es polvo en el viento.
@Escritos
Hay mucha dulzura en todo lo que escribes.
ResponderEliminarUn beso
Polvo en el viento y polvo enamorado....Gracias chispa de los sentimientos....
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