Las noches se engalanan con reflejos de tus pestañas.
Imágenes que pasean de
un lado a otro de la estancia, como si fueran fantasmas que están de
fiesta.
Mi mente recrea vivencias que salen de debajo de tu almohada.
Mi
cuerpo sufre corrientes que me transportan veloz hasta tus brazos.
Somos un
mismo camino plagado de desvíos y atajos.
Y cuando te observo callada,
con esa mirada mía que escruta sin querer entrometerse, te veo como un sarcófago
enigmático;cerrado a cal y canto, a prueba de las más fuertes inclemencias del
tiempo, reflejando su forma y su belleza por fuera y guardando con total sigilo
todo lo que lleva dentro.
Tus palabras me traspasan, tu pensamiento es
mi rompecabezas, tus deseos me involucran, tu vivir me apasiona. E
inevitablemente, una y otra vez, mi corazón siente...y se
enternece.
Me gusta ver tu ventana adornada con jardineras.
Pensarte riendo tras las cortinas del salón cuando entro desde la
calle.
Hacerte el café por la noche cuando tu sofá te espera
impaciente.
Hacer diana una y otra vez cuando he cambiado la punta de los
dardos por rayos de amor insoronizados.
Calmar tu tensión con mis manos
empapadas en aceite e incienso.
Comerme tu aliento a besos y sentir tus manos
fuertes.
Sentirte protegiéndome del frío, llenándome de caricias.
Amarte como sólo sabe amar un corazón ardiente pero
equilibrado.
Buscar el final del otoño en tu abrazo perenne.
Vivo con la certeza de saber que eres mi viento en otoño, mi agua en invierno, mi luz en primavera y mi ardor en verano.
@Escritos
viernes, 20 de diciembre de 2013
jueves, 12 de diciembre de 2013
El nombre del mar
La mar tiene días calmados como un plato en el que se refleja la luz del sol a
pequeños destellos. Al mirarlo sientes una placidez indescriptible, porque te
relaja el ánimo ver que algo con tanta fuerza potencial es capaz de estar
sosegado sin parecer yermo.
Tiene días revueltos que semejan un campo de batalla de soldados inexistentes: fuerzas que chocan queriendo dejar su impronta, lanzando ensordecedores bramidos, provocando espuma de pasión descontrolada y lanzando hacia fuera trozos de su alma en forma de gotas de agua.
Y tiene días (los más, todo hay que decirlo) en los que alterna una paz moderada con una fuerza contenida; sin extremos. Miras desde tierra y te hipnotiza descubrir cada movimiento que surge en la superficie pero que viene del mismo fondo.
Observas los encuentros de masas fluidas, sus luchas y su manera de acabar acopladas para formar una unidad indivisible.
Hueles su aroma salado y fuerte que te implora un acercamiento hasta su interior donde tu gozo explota.
Escuchas su canto con una melodía de fondo siempre igual (su compás), pero que va variando según tú vayas interpretando las notas de una partitura invisible.
Sientes su fuerza traspasando tu intimidad aun sin quererlo. Porque no eliges que la mar te imbuya su pasión, su fuerza, su fragancia y su espíritu, pero si estás cerca de él, lo hace. Suavemente te acaricia y te arropa haciéndote saber que siempre que quieras, estará en su escenario para ti.
Disfrutas de su vista, su olor, su paz y su pasión.
¿Y si te dijera que el mar, ese mar del que te hablo, tiene nombre de mujer?
@Escritos
Tiene días revueltos que semejan un campo de batalla de soldados inexistentes: fuerzas que chocan queriendo dejar su impronta, lanzando ensordecedores bramidos, provocando espuma de pasión descontrolada y lanzando hacia fuera trozos de su alma en forma de gotas de agua.
Y tiene días (los más, todo hay que decirlo) en los que alterna una paz moderada con una fuerza contenida; sin extremos. Miras desde tierra y te hipnotiza descubrir cada movimiento que surge en la superficie pero que viene del mismo fondo.
Observas los encuentros de masas fluidas, sus luchas y su manera de acabar acopladas para formar una unidad indivisible.
Hueles su aroma salado y fuerte que te implora un acercamiento hasta su interior donde tu gozo explota.
Escuchas su canto con una melodía de fondo siempre igual (su compás), pero que va variando según tú vayas interpretando las notas de una partitura invisible.
Sientes su fuerza traspasando tu intimidad aun sin quererlo. Porque no eliges que la mar te imbuya su pasión, su fuerza, su fragancia y su espíritu, pero si estás cerca de él, lo hace. Suavemente te acaricia y te arropa haciéndote saber que siempre que quieras, estará en su escenario para ti.
Disfrutas de su vista, su olor, su paz y su pasión.
¿Y si te dijera que el mar, ese mar del que te hablo, tiene nombre de mujer?
@Escritos
miércoles, 4 de diciembre de 2013
Magia
Érase que se era un castillo mágico situado en la cima de una montaña. Tenía una posición privilegiada y decían que desde allí, en tiempos, se defendía todo el territorio perteneciente al ducado de Torrecilla de las Fuentes Frescas.
La magia le venía por ser un castillo inexpugnable. Sin puertas, ni rejas en la entrada, parecía fácil de traspasar, pero alguna fuerza invisible hacía que el que quisiera pasar no pudiera hacerlo, ya que aunque nada material impedía el paso, todo el que lo intentaba decidía en el último momento no entrar.
Y esa magia, aunque venía de antiguo, se había acentuado a lo largo de los últimos tiempos.
La tradición decía que quien alguna vez a lo largo de la historia había entrado en el castillo, lo había hecho con algún objeto mágico. No siempre era el mismo, porque dependía de quién lo utilizara, pero eso sí, siempre estaba hechizado.
Por ejemplo, si era una pluma, como era mágica, podía hacerte volar. Si era pintura, como era mágica, podía hacerte ser invisible. Pero podía ser también una armadura, un cetro, una varita, una poción...
Como era tan difícil entrar, nadie sabía muy bien qué había dentro, pero todos soñaban con encontrar grandes riquezas. A lo mejor no materiales pero sí de esas que te hacen sentir bien y que justificaran el hecho de que sólo podía entrar quien lo intentara con su magia.
Yo busqué y busqué el castillo porque sabía que con mi mágico anillo quitamiedos seguro que podría entrar en él. Pero no lo encontraba. Por más que me decían: ¡¡encima de la tercera loma!! ¡¡debajo del bosque de abedules!! ¡¡pasado el riachuelo de la montaña!!...NADA.
Y de pronto, un día cualquiera, dando un paseo, me di de bruces con él. Un castillo impresionante, regio, de una vista cautivadora, escondido entre los árboles y rodeado por fosos profundos que daban al conjunto un aspecto encantador y que susurraba su historia aunque no quisieras escuchar.
Efectivamente, mi anillo mágico quitamiedos me permitió la entrada y viví unos momentos de confusión a la vez que de dicha, al encontrarme en un ambiente que me hacía percibir mucho más de lo que pueden ver los ojos.
Entendí muchas cosas hasta el momento para mí inaccesibles. Vislumbré muchos sentimientos ajenos enterrados y escondidos; comprendí mil detalles hasta ahora clandestinos. Y encontré la manera de perder el miedo a abrirse a lo desconocido; a cambiar de vida y beberla a sorbitos a la luz de un cálido fuego; a empezar de nuevo de cero con la ilusión intacta; a soltar amarras, sin disfrazar mi miedo de amor por lo mío; a tener esperanzas de un mañana a tu lado.
Quizás esta historia que relato como mía, pueda ser el cuento de muchos que la leen. Porque los castillos inexpugnables siempre se pueden traspasar si somos capaces de encontrar la magia que nos ayude.
¿Cuál es tu magia?
@Escritos
miércoles, 27 de noviembre de 2013
Mimosa
Noche cerrada, ruidos amortiguados, sombras que recortan el paisaje, aire pesado y nublado.
La ciudad duerme a ratos.
Con los ojos pesados por el cansancio, se relaja.
La respiración se acompasa con los sonidos de la madrugada.
Silencio, oscuridad, paz y relajo.
A lo lejos, se oye un rumor de cascabeles desentonados.
Las ventanas encienden sus luces como si fueran estrellas cercanas.
La vigilia se apodera de las miradas.
Luces verdes, rojas y anaranjadas bailan una danza velada.
Todo en calma.
Cuando el sol despierta la mañana, la vida se abre paso entre las almohadas blandas.
Retiro la noche de tu cara a golpe de besos suaves y frescos.
Con tus manos aun dormidas acaricias mi espalda mansa.
La corriente me traspasa y la sorpresa se instala en mi pereza temprana.
Susurros, reflejos, nervio y vida.
Es mediodía en la cama y aún no ha amanecido tras las ventanas.
@Escritos
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Todo puede ser
El frío arreciaba al aire libre.
El pañuelo se enroscó en el cuello como si fuera una boa atrapando a su presa. Las manos hasta ahora calientes se convirtieron en helados dedos agarrados al calor del cuerpo ajeno. El viento soplaba con fuerza y a rachas de esas que te desconciertan porque cuando aprendes a esquivarlo de frente te viene por detrás a traición.
Toda la atención estaba en sortear el embate del crudo invierno; no había sitio en su cabeza para nada más.
Abrir la puerta de casa le costó un rato porque parecía que la llave que siempre entraba suavemente había decidido no encajar en su sitio. Por fin dentro, el golpe de calor la paralizó durante unos segundos que se hicieron eternos. Al refugio de la calle todo parecía más leve. La boa de colores se fue desenrollando; las capas de telas que le daban abrigo cayeron como hojas de árboles caducos; la piel pálida, fría y seca cogía calor suave y color intenso.
Esas eran las noches en las que las hadas del viento se colaban en las casas al abrigo de los hielos. Llevaban los deseos que no están permitidos pero son buenos, enganchados a las alas y las ganas de vivirlos, en la punta de sus leves pañuelos. Ella lo sabía y por eso, ya calmada, se decidió a esperarlas.
El tiempo pasa. Los minutos se acumulan en el calendario de sus vivencias. Soñolienta, acurrucada bajo el suave edredón, oía el ulular del viento, olía el humo de los troncos ardiendo, veía el resplandor del fuego en movimiento, sentía...Sentía que la paz se iba apoderando de ella sin remedio.
Un escalofrío de placer recorrió su cuerpo y los ojos se le abrieron. Quizá se durmió y soñó, quizá su pensamiento salió por un momento de su cerebro, o quizá es que realmente un hada del viento la rozó con sus pañuelos y eso le había despertado sus inconfesables y placenteros deseos.
@Darabita
jueves, 14 de noviembre de 2013
Horas mágicas
El corazón suspira exhausto de tanto vagar. Busca un lugar donde finalmente pararse y poder descansar, pero a la vez, no puede dejar de caminar.
Cada noche vuelven los sueños a cabalgar; unas veces al trote y otras al galope, pero siempre sin parar. Y le cuenta a las estrellas cada una de las preocupaciones que no le dejan descansar.
Darabita, viendo esos ríos de pensamientos más negros que el cielo nocturno que salen por la ventana, decide usar un poco de su polvo de estrellas "anti-inquietudes".
Despacio, sobrevuela por su cabeza y se mete entre las almohadas, mientras decide las escenas que transmitirá a su mente sin necesidad de cables ni wifi:
Paseos por playas de arena fina y de aguas bravas y al segundo, se encuentra en lo alto de una montaña.
Buceos por entre pulpos de patas largas y sirenas de melenas coloreadas y al minuto, vuela con alas de cristal abrigado por una espesa bufanda.
Criaturas ficticias que hablan e inventos imposibles que naufragan, dan el toque de locura a la dicha de estar en el mundo de los sueños y las fantasías desbocadas.
Nada está de más. Todo tiene su razón de ser en esas historias jamás contadas.
Y estos son los sueños de colores que desplazan al negro cuando Darabita se pone en marcha. Si tú crees en la magia, volverán cada noche a asomarse a tu cama y a quererse quedar, aun con los ojos abiertos, al llegar la mañana.
Siempre hay alguien que hace que con su luz todo vuelva a su lugar y que, cuando sueñas, el tiempo se transforme en horas mágicas.
@Darabita
martes, 5 de noviembre de 2013
Fuego y agua
Tu piel quemaba mis manos mientras te recorría despacio.
Tus ojos me escrutaron sin que yo me diera cuenta porque mi atención estaba muy lejos: aires de noches de verano, dulces olores a incienso, bálsamos de textura aceitosa y música dulzona de oriente.
Mi cuerpo danzaba ese baile que no tiene nombre porque sólo es dejarse llevar por el viento que sopla cerca. Movimientos felinos a dos patas, olas marinas sin agua, campos de trigo despojados de grano, rayos de sol que se transforman en colores, telas ondeando debajo del mañana.
Te acompaño a la entrada del mundo de los sueños. Te llevo despacio con el movimiento de mis dedos que escrutan tu dermis, con mi respiración pausada que te hace sentir sopor verdadero, con mi calor y mi escarcha que se unen en un infernal juego.
Soy capaz de subirte al cielo y dejarte allí suspendido para bajarte de nuevo al suelo donde tienes acceso a mi cuerpo.
Cómprame un trozo de cielo donde podamos retozar tranquilos, donde pueda apoyar mi cabeza en tu pecho, donde tenga un respiro para poner en la mesa copas llenas de buen vino, donde el agua se nos escape a chorros tras los cristales, donde tenga sitio para dejar mis sentidos y todo sea empezar cada mañana con el desayuno en la cama.
@Escritos
Tus ojos me escrutaron sin que yo me diera cuenta porque mi atención estaba muy lejos: aires de noches de verano, dulces olores a incienso, bálsamos de textura aceitosa y música dulzona de oriente.
Mi cuerpo danzaba ese baile que no tiene nombre porque sólo es dejarse llevar por el viento que sopla cerca. Movimientos felinos a dos patas, olas marinas sin agua, campos de trigo despojados de grano, rayos de sol que se transforman en colores, telas ondeando debajo del mañana.
Te acompaño a la entrada del mundo de los sueños. Te llevo despacio con el movimiento de mis dedos que escrutan tu dermis, con mi respiración pausada que te hace sentir sopor verdadero, con mi calor y mi escarcha que se unen en un infernal juego.
Soy capaz de subirte al cielo y dejarte allí suspendido para bajarte de nuevo al suelo donde tienes acceso a mi cuerpo.
Cómprame un trozo de cielo donde podamos retozar tranquilos, donde pueda apoyar mi cabeza en tu pecho, donde tenga un respiro para poner en la mesa copas llenas de buen vino, donde el agua se nos escape a chorros tras los cristales, donde tenga sitio para dejar mis sentidos y todo sea empezar cada mañana con el desayuno en la cama.
@Escritos
jueves, 31 de octubre de 2013
Cómo me alegro de que te dieras cuenta
Tiernas miradas se han encontrado en la noche estrellada.
Bonitas palabras han salido de tu boca encarnada.
Reflejos de amores sentidos y escondidos bajo la almohada.
Anuncios de lugares paradisiacos donde no hay parada.
Acaricias su cuerpo con las palmas de tus manos, donde se acumulan días y días de deseos innombrables.
Das rubor a sus mejillas que se han quedado sin color del susto de tenerte por fin cerca.
Pintas con tus dedos cada una de sus líneas que tantas veces imaginaste y que aunque no son perfectas, hacen de ella una preciada anfitriona.
Susurras con mimo su nombre, disfrutas del olor de tenerla cerca, saboreas sus besos como verdadero manjar de los dioses.
Y en el descanso de la noche recuerdas también aquellas generosas caricias, las risas incontroladas a los pies de la cama, las conversaciones dirigidas de alma a alma, las letras de los versos escritos sin palabras, los gritos que se escapaban cuando abandonabas por un momento tu condición humana.
Todo está en silencio, oscuro y fresco.
Por mucho aire que entre, la esencia de su aroma impregna toda la estancia.
Y así es como fue, es y será, pese a quien le pese.
@Escritos
lunes, 28 de octubre de 2013
Por qué
Hoy es lunes.
Un lunes de esos de los que hacen honor a la fama (mala) que tienen estos días de la semana. Cuando tengo uno de esos días me acuerdo de los Boomtown Rats, a quienes no les gustaban los lunes (compruébalo aquí), y sí por ejemplo, los miércoles o los sábados (aunque creo que los sábados nos gustan a todos).
Y como esta duda, se me plantean muchas a lo largo del día; unas de cosas cotidianas y otras relativas a nuestra condición de pensantes y “sintientes”. Pero cada uno duda de lo que duda.
Estas son algunas de ellas:
Por qué de noche todos los gatos son pardos
Por qué expresamos más fácilmente la ira que el amor
Por qué si te miras al espejo, te ves al revés
Por qué amamos sin medida a nuestros hijos
Por qué los perros mueven el rabo cuando están contentos
Por qué hay quien se cree superior a los demás, si el sol sale para todos igual
Por qué cuando nos dicen que hagamos un dibujo, pintamos casas, árboles, montañas, soles y nubes (o, segunda variación, mares, barquitos, soles y nubes)
Por qué no salimos a la calle con una sonrisa tatuada
Por qué cantamos en la ducha
Por qué guardamos nuestro amor en cajas de 7 cerrojos
Por qué el césped es verde (ya, ya se lo de la clorofila pero igual podía ser rojo o azul…o naranja)
Por qué nos ocupamos tanto del cuerpo y tan poco del alma
Por qué vuela un avión, ¡con lo que pesa! (también sé lo de la aerodinámica)
Por qué sabemos hablar idiomas y sin embargo no entendemos nada cuando nos hablan de sentimientos
Por qué tenemos miedo de la oscuridad, si no se ve nada (¿será por eso?)
Por qué queremos ser los primeros y los únicos, si compartir es lo más bonito
Por qué la plata se ensucia
Por qué un abrazo nos da tanto calorcito humano
Por qué nos gusta tanto el chocolate
Por qué no se pueden hablar las cosas tranquilamente
Por qué el cielo es azul (y ese, que no sea de otro color, por favor)
Por qué la gente se empeña en ser como no es
Por qué cuando en un restaurante hay una mesa solo de mujeres, se nos oye tanto (lo siento, pero es así )
Por qué queremos a las personas que queremos
Y la última duda de las que voy a poner…(y que no quiere decir que no tenga más)
¿¿¿Por qué me pregunto siempre los porqués de todo??? (¿Será porque es lunes?)
Y tú...¿qué porqués te preguntas?
@Textos
lunes, 21 de octubre de 2013
El amanecer del día
Darabita revoloteaba nerviosamente sin saber dónde posarse.
No es que necesitara pararse, porque las hadas pueden estar en movimiento continuo, pero se notaba que el suyo era un vuelo perturbado.
Estaba a 844 metros sobre el nivel del mar, haciendo pasadas por encima de esa atalaya andalusí de vigilancia que llevaba allí desde el siglo IX, sin entender muy bien qué hacía allí. No era el lugar programado.
Hacía unos 8 meses le habían dicho que, hacia la luna nueva de noviembre, tendría que hacer un servicio. Pero aunque aún no había llegado ese momento, ya estaba recibiendo mensajes que le indicaban que debía ponerse en movimiento.
- ¡Pero si ni siquiera hemos pasado la luna llena de octubre!
- Bueno Darabita, son cambios de planes que a veces ocurren con los humanos.
Hay que decir que, aunque Darabita era un hada experimentada, hasta ahora nunca le habían encargado ocuparse de un retoño humano que se asomaba al mundo. (Porque por si no lo sabéis, la función primitiva de las hadas era aparecer en la casa donde iba a tener lugar un nacimiento para proteger a la parturienta y regalar un don al recién nacido).
Este había sido un encargo personal de alguien a quien le hubiera gustado estar presente en ese acontecimiento. Pero como él no podía estar, sabiendo de la especial relación de Darabita con la familia, se lo encomendó especialmente.
A las 11 de la mañana de un 18 de octubre, fuera del tiempo y del lugar inicialmente programados, Darabita hizo el primer regalo de su vida a un humano.
De pronto, se hizo la luz para la niña, que pasó de su pequeño y tranquilo nido a un mundo lleno de ruidos. Seguro que ella, asustada, pensó qué estaba pasando, por qué la sacaban de su dulce sueño y por qué tantas manos la tocaban a la vez. Hasta que Darabita, revoloteando de forma callada, le tocó la frente en forma de beso suave y le dejó el don que llevaba tanto tiempo preparando:
Un mundo de besos, de amores, de sonrisas de colores.
Un mundo de juegos, de letras, de mares con ballenas y castillos de arena.
De arrullos, de dulces, de labios de fresa, de hechizo en forma de piruleta.
Con este don, Clara encontrará la magia en cada uno de los detalles a su alrededor: cuando observe el cielo, contemple la luna, escuche a los pájaros, disfrute del aroma de las flores, cuente las estrellas, se deje mojar por el mar y sobre todo, cuando sueñe despierta mirando las nubes sobre su cabeza, en las que Darabita estará todas las noches escondida.
Mientras, en el cielo, habrá alguien feliz y orgulloso que sin separarse de ella nunca, cuidará de que no le pase nada, protegiéndola.
El amanecer de una vida es tan espectacular que no se puede explicar ni aunque uno quiera. Encierra una magia tan especial que ni siquiera las hadas son capaces de contar lo que se siente al ver por primera vez a quien, tan pequeño, mueve ya los hilos de muchas vidas.
@Escritos
martes, 15 de octubre de 2013
Cuentecillo para antes de dormir: el genio
Érase una vez un genio travieso, de esos que llevan en
la lámpara millones de años pero siguen siendo juguetones como niños pequeños.
No era consciente de toda la magia que tenía dentro,
porque se negaba a sí mismo la oportunidad de salir de la seguridad del latón
envejecido.
Solo las noches de luna llena, cuando todos dormían, se
quitaba las babuchas y estiraba las piernas vestidas de seda roja.
El turbante desliado le servía para atar 4 ó 5 estrellas
que le hacían de linterna. Y con el felpudo se procuraba una alfombra mágica
que, volando, le llevaba a colarse en los sueños de las niñas bonitas del
reino.
Y las caritas de ilusión que se veían por la mañana, solo
eran el reflejo de la satisfacción del genio por ser capaz de salir de la
comodidad de su agujero para entregarse a la felicidad que da la naturalidad de
ser auténtico.
¡Dulces sueños!
Inicio una serie de cuentecillos para antes de dormir que no pretenden más que prepararnos para poder soñar...aunque sea despiertos.
@Cuentos
viernes, 11 de octubre de 2013
Fantasías animadas
Completo mi historia con recuerdos dormidos que salen a la luz cuando fuera está oscuro.
Doy saltos en la cama, subo las piernas y los brazos sin ritmo, oigo tu carcajada sonora y río de pura alegría, para acabar con un suspiro que suena a ramo de quimeras sin sonidos.
Y de pronto cierro las puertas. Esas puertas que me dan vida porque me hacen ver estrellas donde sólo hay bombillas. Entro en el mundo de los sueños y oigo lo que no me atrevo a decir, veo lo que no tiene sombras y digo lo que nunca supe que sabía.
Sé que puedes ser feliz con un poquito de cariño y una pizca de amistad sentida; oyendo una voz amiga que te inunda de amor a trozos; leyendo dos mil palabras que se acumulan sin amontonarse; viviendo con pasión lo que algunos creen indiferente; sabiendo que no hay que perder la vida por miedo a perderla; volviendo a buscar los besos y una caricia en el alma.
Vuelven los recuerdos a jugar al escondite, salen de paseo las brujillas de los cuentos, entran los duendes de la utopía, y juntos recorren el camino de baldosas amarillas.
La tarde cae plomiza, la lluvia amenaza el ocaso y vuelve a abrirse paso la noche.
En la cama, sola, piensas en aquellos días en los que soñar no era vida sino una pura fantasía.
Y te das cuenta de que hoy la vida te rebosa a manos llenas cuando miras con sus ojos, andas con sus pies y sientes con su corazón. Porque no hay nada como vivir la vida en buena compañía.
@Escritos
lunes, 7 de octubre de 2013
Las dos caras
¿Es que una luna a medio recargar es menos luna que una llena?
Cuando nos maravillamos de esa luna redonda, plena, de color indefinido entre el blanco, el amarillo y el plata que nos produce tantos suspiros y un estado de romanticismo incrustado en el pecho, no pensamos que es la misma luna que en los catorce días siguientes estará desinflándose hasta casi desaparecer de nuestra vista cuando se esconde –nueva- entre la Tierra y el Sol y vuelve a salir de su escondite para volver a ser vista –llena- otros catorce días después.
Hoy mirando al cielo, a tu cielo, he visto una luna creciendo con apenas un hilo de plata en el que me han dado ganas de sentarme contigo al fresco de la noche con los pies colgando.
He visto perfectamente con estos ojos, una estrella colgando de la punta que nos iluminaba mientras tranquilamente respirábamos abrazados.
He vislumbrado el círculo entero imaginando que en la parte oscura jugamos tú y yo al escondite, nos agazapamos para besarnos y descansamos después de entregarnos.
Porque no siempre brillamos como una luna llena y, sin embargo, nuestra parte oscura nos proporciona belleza en contraste con la luz.
Hoy te noté apagado. Vi tu parte oscura y me seguiste gustando. Reparé en una luna que no se veía completa aunque lo estaba; que tenía un reflejo que me hacía verla en forma de D cuando yo sabía que realmente era como una O bien redonda; que me hizo pensar en ti y en la lucha entre tu luz y tu sombra; que me dio la certeza de que aun estando a medio gas, seguimos siendo soles con la posibilidad de deslumbrar.
Y miro esa luna que atrae las mareas de mi pensamiento; que altera el ánimo de mi alma; que ilumina los caminos oscuros de mi campo a través; que se cambia a mi vista según la iluminación que presente; que me susurra al oído “ven conmigo, que te anhelo” y le digo: espérame, que voy contigo a donde tú vayas.
Estás entre luz y sombra, te miro y sólo puedo ver la parte que refleja el sol y sin embargo, sé que eres una luna perfecta.
@Escritos
viernes, 4 de octubre de 2013
Al paraíso
Entre aleteos de pestañas soñolientas, mis ojos no dejaban de observar tus rápidos movimientos.
Tu garganta quería acercarse a mi oído para iniciar ese ritual de risas que se oyen más allá de las paredes y que me deja sin aliento porque procuro que no me lleguen, aunque siempre sin lograrlo.
Mientras, tu barba raspa mi cara.
Nervios porque no puedo dejar de reírme.
Y a la vez que mis manos procuran alejarte sin conseguirlo, no quiero que me dejes tranquila porque disfruto de la sensación de jugar como cuando era una niña.
De pronto, no se sabe muy bien por qué, nos trasladamos a la jungla. Aparece la pantera salvaje que ruge encima de su presa mirándola con esa mezcla de fuerza y ternura.
La bata de fresca seda se abre y deja entrever la piel morena y recién duchada. La algarabía de antes da paso a suaves gruñidos que pronto se transforman en ronroneos felinos.
Los músculos antes tensos, se relajan.
Las carcajadas dejan paso a la tímida sonrisa.
Los intentos de mordiscos se convierten en rápidos y dulces besos.
Los mismos brazos que te intentaban apartar hace un rato de mi cuerpo, te rodean atrayéndote sin remedio.
Coges mi cara y miras el brillo de mis ojos encendidos.
Y con voz grave me dices: ¡vámonos al paraíso!
@Escritos
domingo, 29 de septiembre de 2013
Día a día
Beso a beso
Caricia a caricia
Mirada a mirada
Sonrisa a sonrisa
Dulzura a dulzura
Así vamos conversando día a día.
De mis ojos a los tuyos, de los tuyos a los míos, las miradas van pasando y se dicen silenciosas lo que las palabras no se atreven a chillar.
Mis manos te traspasan toda la ternura que tengo dentro y las tuyas me responden con un toque leve y superficial, haciéndome cosquillas.
Y mis besos se transforman lentamente en roces pequeños, rápidos y suaves sobre tu mejilla que espra impaciente ser acariciada por mis labios.
Mis suspiros al notarte cerca hacen que cierres lo ojos mirando al horizonte y eso me dice que recoges mi aliento para seguir adelante.
Y tú, solo tienes que mirarme y sonreírme, besarme y acariciarme despacio, porque con ello me dices que formo parte de tu vida.
Tu cuerpo entero demuestra lo cerca que me quieres y el mío responde sin emitir ni un sonido.
Un beso, una caricia, una mirada, una sonrisa...nos llevan de los gestos callados a las palabras, mientras vamos lentamente el uno hacia el otro.
Amo tanto la vida que soy capaz de morir de amor, por vivirla.
@Escritos
martes, 24 de septiembre de 2013
Amarrados
Respira el aire que entra por el balcón.
Aire lleno de yodo y sal, de verde y sol, de viento y humedad, de ilusión vacía de todo mal.
Y respira también el aroma que desde dentro, a golpe de suspiros callados, emite todo mi cuerpo con movimientos escalofriados.
Te espero con tranquilidad, dando aire a la línea que nos une. Pero, sin poder evitarlo, te busco con ansiedad cuando llegas por fin a mi lado mientras recorro tu geografía con el aceite en mis manos.Y tú, despacio y con voz profunda, me nombras sin decir ni una palabra.
Oírte decir mi nombre me hace acercarme como un resorte y entregarme a tus deseos, hasta perder totalmente el norte.
Atrapa la magia que, en forma de destellos, sale de la piedra que luce mi mano.
Ese color que cambia con la luz y que me recuerda el cielo de las noches de verano.
Quédate conmigo aunque estés lejos.
Sigue dándome el cariño y la ternura que te invaden cuando me miras despacio
y me recuerdas que estoy hecha de azúcar y miel.
Porque tuve la oportunidad de quererte y no la desaproveché.
@Escritos
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Vuelta a empezar cada día
Siempre amanece un nuevo día. No es un día como el de ayer, como el de anteayer, y menos aun como el de hace tres semanas. Es, siempre, un nuevo día.
Día de volver a tomar con ganas la vida. Porque tenemos la facilidad de sentir la respiración del aire que nos anima. Un aire con olor a zumo de naranja y sabor a corazones de azúcar.
Y tus ojos cerrados mientras el sol te acaricia, están viendo pasar por delante de ti las imágenes placenteras de la noche, cuando tus manos acariciaban mis deseos y tus labios besaban mis ganas de tenerte cerca.
Viajo con mil sentimientos guardados en mi mochila que me acompañarán siempre en el camino de la vida. Pulsos al aire para demostrar que no sucumbo al desaliento, que camino segura aunque el suelo no sea llano, que no solo no me escurro de tus abrazos, sino que espero poder cobijarme por siempre en ellos.
Y recuerdo sin remedio aquellos primeros días pintados de sol y mar, de despertares tempranos y anochecidas tardías, aquella poesía de tus palabras que decidiste guardarte para ti solo, aquellas tardes de bochorno en las que las risas nos servían de abanico.
Va viniendo el frío mientras dentro de nosotros el calor es cada vez más intenso. La complicidad nos acompaña y los besos de buenos días reflejan la alegría en nuestras caras; el regalo de tenernos y entregarnos, uno al otro,lo más preciado que tenemos: la vida. Sin medidas, sin egoísmos, sin miedos; con la certeza de que dar a manos llenas nos produce más beneficio que guardar en los bolsillos.
Sólo puedo decirte que cada día que amanece, cuando la luz despierta el sueño, mi primer pensamiento es para ti, indiscutible artífice de mis ganas de volver a vivir como siempre he querido.
@Escritos
domingo, 15 de septiembre de 2013
Fuego en el alma
Miro el cielo oscuro sin ver nada más que la nada.
Vuelvo a mirar y ahora veo pequeños puntos de luz porque es una noche estrellada.
A lo lejos oigo señales de conversaciones festivas: risas y voces más que altas, que celebran la propia algarabía de oírse en compañía.
Me pongo a escribir con tinta seca y trazos perfectos. Busco el ritmo que ya no tengo porque dejé que, a la vez que mi cuerpo se tostaba, mi mente descansara.
Pienso en ti y me detengo. Mis dedos se paralizan mientras la risa se instala en mi cara y mis ojos miran, sin ver nada, un punto indeterminado.
Te imagino mirándome despacio sin apenas decir nada, sin más luz que la de tus dedos cuando con tus caricias me acercas hasta tu presencia encantada.
Pienso cómo el tiempo corre veloz al compás de las mañanas que despiertan, uno tras otro, los hilos que tejen nuestra cada vez más tupida tela de araña.
Sé que la sangre corre por mis venas porque así me lo contaron, pero como no lo veo, creo que miles de gotas bailan para llegar hasta el mismo borde del agua.
Sé que la tierra gira con dos movimientos acompasados porque en su momento me lo explicaron, pero como no lo veo, imagino que el sol quiere que yo apueste cuántos centímetros se trasladará sobre el horizonte para jugar al escondite detrás de mi castillo.
Sé que si te observo y tú me miras, soy capaz de ver hasta el fondo de tu alma.
De nuevo observo el cielo oscuro y ahora veo algo más que una noche estrellada: miles de gotas de luz coloreadas, que me dicen sin palabras lo que siento cuando pienso en la promesa que nos hicimos sin ninguna palabra.
Prometí renovar año a año con el fuego de artificio, el conjuro que nos unió para siempre. Porque aunque a veces nos cieguen las joyas falsas, nos tenemos uno a otro tatuado; y eso es imposible borrarlo.
Por eso ahora, cuando abrazo tu presencia callada mientras el ruido atrona nuestros oídos, sé que tú te ocuparás para siempre de que no me pase nada.
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miércoles, 11 de septiembre de 2013
El mundo a tus pies
Oigo una música a lo lejos. No es más que un rumor de notas que llevan su cadencia a golpe de timbales.
Aprecio una brisa que me despierta un escalofrío como si fuera tu aliento que se me acerca despacio y sin avisar desde mi espalda hasta mi oreja.
Noto el pulso de mis venas llevando por mi cuerpo la savia de vida que me anima.
Siento en el aire el olor a veneno que me insufla pensar en tus manos recorriéndome despacio.
Miro en silencio el arcoiris que ha levantado la lluvia porque sé que así percibo en él toda la gama de colores que tienes guardada.
Hago pompas de jabón para que te hagan cosquillas cuando te acercas y así oír tu risa una vez más.
Porque estoy acumulando experiencias que me permitan para siempre tenerte cerca de mí, soñarte, quererte, pensarte y amarte. Y las guardo celosamente bajo mi almohada para poder -cuando me apetezca- derretir sueños y transformarlos en ilusiones.
@Escritos
martes, 3 de septiembre de 2013
¿Y por qué me gustaría?
Me gustaría sentir contigo el otoño bajo mis pies descalzos.
El fresco aroma de la tierra húmeda en la mañana, antes de que el sol cumbre el cenit del mediodía.
La brisa suave que revuelve mi pelo sobre mi frente al mirar hacia atrás para ver cuánto camino hemos andado.
Los colores marrones y verdes tintados de ocres y de reflejos de sol que se marchitan.
Y andar contigo al lado hablando sin prisa, pintando sueños en la brisa y riéndonos al vernos de esa guisa.
Me gustaría sentir siempre ese cariño que me trasmiten tus manos cuando me acaricias con aparente despiste.
Ese masaje tranquilo bajo mi cabello rizado que hace que mi mente se aleje del mundo y se acerque cada vez más a ti.
Las palabras soñadas que sólo oía en mis fantasías y que salen de tu boca sin esfuerzos cuando me miras.
El saber que estando un rato contigo me olvido de esos fantasmas que me rondan en mis pesadillas.
Y tu risa franca cuando me asusto del batir de las alas de ese pequeñísimo pájaro brillante que se acurruca en tus manos porque se siente seguro.
Me gustaría sentarme contigo bajo el porche estrellado y ponerle nombre a cada lucero dorado.
Llamarlos de uno en uno para que entren en casa y que vayan adornando cada rincón de la estancia.
Sentarnos luego ante el fuego y contar las chispas que restallan sin vergüenza de explotar de algarabía.
Beber las mieles del amor que nos damos a la luz de un candil sombrío y al olor del incienso apagado.
Y sentirte entrar en mi cuerpo sin prisa por encontrarme, porque sabes que tengo para ti todo mi tiempo guardado.
@Escritos
domingo, 1 de septiembre de 2013
El jardín de la alegría
Las noches se engalanan con reflejos de tus pestañas.
Imágenes que pasean de un lado a otro de la estancia, como si fueran fantasmas que están de fiesta.
Mi mente recrea vivencias que salen de debajo de tu almohada.
Mi cuerpo sufre corrientes que me transportan veloz hasta tus brazos.
Somos un mismo camino plagado de desvíos y atajos.
Y cuando te observo callada, con esa mirada mía que escruta sin querer entrometerse, te veo como un sarcófago enigmático, cerrado a cal y canto, a prueba de las más fuertes inclemencias del tiempo, reflejando su forma y su belleza por fuera y guardando con total sigilo todo lo que lleva dentro.
Tus palabras me traspasan, tu pensamiento es mi rompecabezas, tus deseos me involucran, tu vivir me apasiona. E inevitablemente, una y otra vez, mi corazón siente y se enternece.
Me gusta ver tu ventana adornada con jardineras.
Pensarte riendo tras las cortinas del salón cuando entro desde la calle.
Hacerte el café por la noche cuando tu sofá te espera impaciente.
Hacer diana una y otra vez cuando he cambiado la punta de los dardos por rayos de amor insoronizados.
Calmar tu tensión con mis manos empapadas en aceite e incienso.
Comerme tu aliento a besos y sentir tus manos fuertes.
Sentirte protegiéndome del frío, llenándome de caricias y cubriéndome de mimos.
Abrazarte por detrás cuando tu sueño te vence.
Amarte como sólo sabe amar un corazón ardiente pero equilibrado.
Y cuando los años nos regalen más tiempo, quiero disfrutar contigo la tranquilidad de un desayuno al sol,día tras día, en nuestro particular jardín de la alegría.
@Escritos
viernes, 23 de agosto de 2013
Esperando
Te espero cada mañana, cada tarde, cada noche.
Y mientras te aguardo, oigo tu voz risueña y profunda, veo tu boca que besa y habla, siento tus caricias que me acompañan, huelo tu aroma que me guardé en el bolso, recuerdo tus momentos de goce infinito, sueño el reencuentro de nuestros cuerpos.
Concentro mis pensamientos en ver tu cara; expando mi aliento hasta tu espalda; ilusiono mis ganas con tus palabras; anuncio mi ansia sin ocultar nada; guardo mis andanzas de madrugada; plasmo mis deseos de abrazos en la alborada; olvido mis miedos bajo la almohada; te ofrezco a lo lejos mi alma; y sólo quiero ser tu hada.
Y en el camino me encuentro un poeta, un ángel, un mago y un niño que se dan la mano. De esa manera la espera es para mí, el más dulce de los tormentos.
@Escritos
domingo, 11 de agosto de 2013
Es real
Me miras despacio, me coges la mano, me la acaricias con suavidad y moviendo la
cabeza me dices con un guiño: ¡qué bonita eres, niña. Qué bonita eres!
Y yo sonrío porque me he cansado de decirte eso de que las niñas bonitas sólo existen en los cuentos.
Pero me pongo a pensar y veo que realmente es que estoy en un cuento, porque he eliminado del todo las fronteras entre lo posible y lo imposible:
Vuelo cuando me acerco a dos centímetros de tu boca
Dibujo sensaciones imposibles ni siquiera de ver
Reflejo paisajes con las nubes del revés y olas en el cielo
Vivo en una torre de marfil en la que atesoro fuerzas para el día a día
Te doy la mano y me enamoro de tus silencios
Y te escucho embelesada mientras me habla tu alma
Me embarco con premura hacia un más allá imaginario, de otro tiempo, con otro color y con olor a aventura lejana. Invento historias extraordinarias en las que tú eres mi héroe y yo tu princesa imaginada.
Pídeme la luna y te la regalo envuelta en celofán de colores.
Llámame de noche y te atraparé entre los hijos tejidos de mis sueños
Búscame en mi rutina y notarás el reflejo de chispas en mi cara
Cuéntame siempre nuestro cuento aunque sea sólo por el placer de un pequeño escalofrío.
Y, cuando estés lejos, seré capaz de vivir la realidad de la fantasía.
Y, cuando estés cerca, viviré la fantasía de la realidad.
¿Realidad o fantasía?
@Escritos
Y yo sonrío porque me he cansado de decirte eso de que las niñas bonitas sólo existen en los cuentos.
Pero me pongo a pensar y veo que realmente es que estoy en un cuento, porque he eliminado del todo las fronteras entre lo posible y lo imposible:
Vuelo cuando me acerco a dos centímetros de tu boca
Dibujo sensaciones imposibles ni siquiera de ver
Reflejo paisajes con las nubes del revés y olas en el cielo
Vivo en una torre de marfil en la que atesoro fuerzas para el día a día
Te doy la mano y me enamoro de tus silencios
Y te escucho embelesada mientras me habla tu alma
Me embarco con premura hacia un más allá imaginario, de otro tiempo, con otro color y con olor a aventura lejana. Invento historias extraordinarias en las que tú eres mi héroe y yo tu princesa imaginada.
Pídeme la luna y te la regalo envuelta en celofán de colores.
Llámame de noche y te atraparé entre los hijos tejidos de mis sueños
Búscame en mi rutina y notarás el reflejo de chispas en mi cara
Cuéntame siempre nuestro cuento aunque sea sólo por el placer de un pequeño escalofrío.
Y, cuando estés lejos, seré capaz de vivir la realidad de la fantasía.
Y, cuando estés cerca, viviré la fantasía de la realidad.
¿Realidad o fantasía?
@Escritos
martes, 6 de agosto de 2013
El color
Saco mi paleta y preparo mis colores para pintarte.
Y después de mucho esfuerzo y muchas horas,
me doy cuenta de que no vale para nada mi arte.
Me faltan colores radiantes que veo cuando te miro.
Colores que aun no tienen nombre, ni textura, ni sonido
porque reflejan intangibles tan dispares
como un gesto, una ilusión, un recuerdo o un suspiro.
Por ejemplo, el color de tu intensa y serena mirada,
cambiante a cada instante, desde un vivo color estrella
hasta el último matiz que se observa en la alborada.
El color que cada vez que te miro refleja tu sonrisa:
entre el agua, el cielo, la arena y la madera.
Realmente, un color que mimetizas muy deprisa.
El color que emana de cada una de tus palabras:
desde el susurro más profundo, tierno y contenido,
hasta la melodía alegre que labras cuando hablas.
Y ese color que te envuelve, que algunos llaman aura,
que tiene tanta fuerza y belleza
que no hay pigmentos en la naturaleza
para reflejar lo que en mi mente, al mirarte, se instaura.
@Poesía
jueves, 1 de agosto de 2013
Y en ese momento...
Me gusta dejar en tu frente morena mil y un besos pequeños que quieren jugar con tu pelo. Y que en ese momento se escape de tus labios un suspiro pequeño.
Me gusta que me despiertes dibujando en mi espalda corazones con tus labios. Y que en ese momento me digas que siga durmiendo, mientras tu boca no quiere detenerse y mi cuerpo se arquea sin remedio.
Me gusta que tus manos fuertes me acerquen hacia ti apretándome sin ahogarme y que, cuando te miro, tus dedos ricen mi mechón rebelde. Y que en ese momento, con tus ojos, me digas lo a gusto que te sientes.
Me gusta descubrir tu olor como una leve fragancia que te envuelve, y que en un acto de seducción, te perfumes de ti mismo porque quieres impregnar mi cuerpo con tu esencia. Y que en ese momento pongas los cinco sentidos en que tu piel y mi piel sean sólo una.
Me gusta la cara con que me miras, las sonrisas que me dedicas, los abrazos que me regalas y los besos que me prodigas mientras yo procuro no perderme detalle para guardarlo todo en mi retina. Y que en cualquier momento me descubras cuál es la magia con la que me has tocado.
Me gusta oírte contar historias de tiempos pasados y presentes y, si cierro los ojos, ver tu voz que se instala en mis oídos para que pueda repetirlas, con toda su entonación, en mi mente. Y que en el momento más álgido de la historia, pares y me susurres lo primero que se te ocurre al ver cómo te admiro.
Me gusta meterme contigo mientras te peinas, que se te pasen las horas volando, que me enseñes tu jardín, que me ofrezcas agua de tu vaso, que me hables en lenguas extrañas, que me ayudes a buscar mi ropa y que te sientas tan relajado como una barca anclada en un mar sereno. Y que en esos momentos, en el mundo sólo existamos tú y yo.
Me gusta que estés pendiente de lo que trae el viento, que conozcas mi cara, mis silencios y mis gestos porque así no tengo que expresar con palabras lo que me atenaza por dentro. Y que en esos momentos seas consciente de lo importante que es tenernos.
Y me gusta seguir pensando que todo esto que sueño, sigue siendo tan real como yo lo siento.
@Escritos
lunes, 29 de julio de 2013
Pon tus manos en el fuego
Me manifiesto ante ti.
Y tengo ganas de que, de nuevo, me sorprendas debajo de las sábanas cuando amanece y aun no es hora de levantarse.
Me abrazas y tu mano cae sobre mi pecho desnudo, y ahí se queda tranquila notando mi respiración pausada.
Tú oyes que estoy pidiéndote con voz muda que repitas la hazaña de quererme; que me acaricies lentamente y empecemos a sentir a borbotones cómo se eleva el día desde el reposo hasta la eclosión verdadera del goce.
Quiero que tu cuerpo y el mío sigan destilando pasión por todos sus poros y pueda lamer esas gotas que emanan invisibles, para que ese fervor llegue hasta el mismo fondo de mi sentir.
Yo sigo dándote esos besos pequeñitos, de los que sólo aguanta alguien que te quiere y que no está tenso porque se puedan transformar en besos apasionados, inicio de una rendición ante tu encanto.
Quiero que, ante mi entrega, actúes como tú y sólo tú sabes hacerlo: no pienses, no estudies, no preguntes, no planees...sólo sigue tu instinto, aunque no sepas por qué me quieres, aunque no entiendas por qué eres mío. Sigue tus impulsos; esos arranques que me hacen sentir que estás conmigo en cuerpo y alma.
Desde hace cinco estíos, todas las lunas tienen mi nombre y los soles el tuyo. Ni en esa aparente muerte en la que no era más que un corazón en barbecho a la espera de vientos favorables, dejé de saber que el conjuro que nos unió no lo mata ni la hierba más maligna, ni la tormenta más fuerte, ni que el riego se desvíe a otras tierras más bonitas pero no tan adecuadas para que crezca lo que hace falta.
Porque nuestra alianza nunca ha sido atadura, sino ímpetu, aliento y estímulo mutuo para seguir creciendo. Y ese amor que ató el conjuro es realmente eterno porque no solo es alimento y gozo para el cuerpo sino fuerza para el alma.
De nuevo, he soñado despierta contigo.
No tengo que explicar lo que siento cuando te pienso, porque se ve me en la cara. No tengo que pedir perdón por ser feliz porque tú estés en mi mundo, porque noto que sigues poniendo tus manos en el fuego y me dibujas, con rojo, un beso que me acompañará hasta llegar a mi destino.
@Escritos
jueves, 25 de julio de 2013
Admiración
Admiro a quien encuentra inspiración para hablar, para escribir, para reír y para soñar.
Admiro a quien sabe hacer una parada en el camino y escuchar al que tiene al lado aunque deje de hacer sus cosas.
Admiro a quien te hace hablar de tus sentimientos más profundos y de tus inquietudes y, encima, te hace sentir bien.
Admiro a quien sabe luchar hasta el final por conseguir lo que quiere de ti porque sabe que es bueno.
Admiro a quien ante un conflicto de intereses, es capaz de tener en cuenta los sentimientos del otro.
Admiro a quien toma decisiones y las cumple aunque con ello pueda buscarse problemas.
Admiro a quien busca la felicidad del otro porque sabe que así tendrá felicidad infinita.
Admiro a quien, pese a su aspecto de hombre rudo, es capaz de regalarte una delicada flor con un poema y un beso.
Admiro la inteligencia
Admiro la determinación
Admiro la valentía
Admiro la apertura de miras
Admiro la bondad
Admiro la generosidad
Admiro la inquietud
Admiro la alegría interior
Te admiro a ti.
@Escritos
lunes, 22 de julio de 2013
Cerezas y miel
Entre
los cerezos rebosantes de frutos rojos, un brillo intermitente llamaba la
atención.
El
movimiento era constante pero muy lento; hacía ochos cada vez más amplios, de
manera que iba recorriendo toda la superficie del árbol como si fuera una
guirnalda de espumillón de Navidad, pero en pleno mes de julio.
Si
alguien lo hubiera visto, sus ojos seguirían el desplazamiento como si
estuvieran hipnotizados y no pudieran dejar de mirar aunque quisieran,
pareciendo que se hacían ejercicios de relajación con la cabeza.
A
la vuelta de la esquina, en la parte delantera del jardín, los frutos recogidos
horas antes, se transformaban en confitura tras pasar por un cuidadoso proceso.
Desde el aire, una presencia callada observaba cómo se movían todos, y se
deleitaba percibiendo de qué color era la energía que despedían cada uno de
ellos desde su interior.
Todo
era actividad y alegría en medio de un día tormentoso.
Ahora,
el brillo intermitente revoloteaba alrededor de aquello que parecían mesas
hechas de tronco de roble con una cubierta de negra pizarra y que en realidad
eran antiguas colmenas muy bien conservadas. Dentro, protegidas del frío
durante el invierno o del fuerte calor del verano, las abejas
construyeron en su día sus panales de miel, que luego era recolectada.
Mientras las alas de Darabita no paraban de moverse,
ella curioseaba, descubría, avistaba: cerezas y abejas; árboles y colmenas; confitura
y miel.
El
hada Darabita, acostumbrada a provocar ilusiones, decidió que antes de que
finalizara el día tenía que dejar en el cielo, a la vista de todos, el regalo
más preciado de un día soleado que se moja.
Pidió
ayuda a las hadas del hayedo cercano y se puso manos a la obra.
En
un momento, gota aquí, gota allá, construyeron algo que nunca ha dejado de
parecer maravilloso a los ojos humanos, tomado en ocasiones como
portador de augurios, en otras como inspiración de leyenda y, siempre, como una
obra de arte digna de admirarse.
Al grito de ¡venid, mirad!, se asomaron todos al
balcón del piso alto, y situados entre el sol y la lluvia de gotas esféricas, contemplaron
dos arcos de colores en el cielo (el primario y el secundario) que nunca
podrían llegar a tocar porque el arcoíris es solo un fantasma, una imagen. El
trabajo de las hadas, colocando las gotas justas en el sitio adecuado,
provocaba que cada uno de los presentes viera su propio arcoíris porque al
mirar hacia él “solo” vemos luz dispersada por diferentes gotas de agua y cada
cual ve distintas gotas.
Además, como el sol ya estaba bajo, la cresta del arco
iris era muy alta; todo un espectáculo final para el inicio de una singladura
hacia el éxito de un sueño.
Darabita siguió durante un buen rato revoloteando por
encima de sus cabezas, pero nadie la vio porque estaban todos extasiados
disfrutando de esos colores en el cielo que estaban uniendo, sin saberlo, el
tesoro fantástico que encerraba esa casa: la ilusión de unir para siempre cerezasy miel.
@Darabita
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