Tu piel quemaba mis manos mientras te recorría despacio.
Tus ojos me escrutaron sin que yo me diera cuenta porque mi atención estaba muy lejos: aires de noches de verano, dulces olores a incienso, bálsamos de textura aceitosa y música dulzona de oriente.
Mi cuerpo danzaba ese baile que no tiene nombre porque sólo es dejarse llevar por el viento que sopla cerca. Movimientos felinos a dos patas, olas marinas sin agua, campos de trigo despojados de grano, rayos de sol que se transforman en colores, telas ondeando debajo del mañana.
Te acompaño a la entrada del mundo de los sueños. Te llevo despacio con el movimiento de mis dedos que escrutan tu dermis, con mi respiración pausada que te hace sentir sopor verdadero, con mi calor y mi escarcha que se unen en un infernal juego.
Soy capaz de subirte al cielo y dejarte allí suspendido para bajarte de nuevo al suelo donde tienes acceso a mi cuerpo.
Cómprame un trozo de cielo donde podamos retozar tranquilos, donde pueda apoyar mi cabeza en tu pecho, donde tenga un respiro para poner en la mesa copas llenas de buen vino, donde el agua se nos escape a chorros tras los cristales, donde tenga sitio para dejar mis sentidos y todo sea empezar cada mañana con el desayuno en la cama.
@Escritos
Mas amor, o mas ilusión, o a partes iguales. Precioso texto, como siempre. Un abrazo
ResponderEliminarHola Beatriz
ResponderEliminarPrecioso texto como siempre repleto de sentimientos hermosos: amor, ilusión, cariño
Un abrazo
Magnífica prosa que nos inicia
ResponderEliminaren el camino de la pasión con posible meta
y probable final,
así es todo.
Esta magnifica entrada Beatriz, describe con maestría tus deseos son descritos con tanta sutileza , dulzura y mesura que rozan la perfección… que hermosura tienen tus textos, tanta, que es como un buen sueño, como un buen vino , como algo divino….
ResponderEliminarUna compañera que te admira.
Espero que la pequeña este bien, y todos tus seres amados, un abrazo Beatriz