martes, 18 de junio de 2013
Reflejos de luna
La penumbra me acompañó mientras que las nubes que advertían lluvia ocultaban el faro natural de la noche. Pero hacía ya rato que la amenaza de agua se había ido y podía ver arriba, muy muy lejos, un reflejo mágico.
Redonda, blanca-plata, misteriosa, atrayente, completa. La luz femenina de la luna me mostraba el camino en la carretera embreada, entre la hilera casi perfecta de árboles oscuros y tupidos.
Pero yo veía algo más que luz, algo más que un planeta, algo más que un redondel iluminado.
Veía una invitación inequívoca a acercarme del todo a ti, porque el tiempo de hacerlo ya llegó. Igual que la luna llena culmina un proceso de gestación desde la luna nueva, así mi espera había terminado. No sé si tú lo tienes tan claro.
Veía tu cara reflejada en la luna, porque tenía la total certeza de que, en tu lejanía, tú estarías mirando también esa luna que a mí me hechizaba. Y me sonreías con tus ojos llenos de chispas mientras me abrazabas.
El plenilunio me atrapó: me hizo soñar de tal manera que se imponía una bajada a la tierra para poder seguir mi camino en medio de los árboles nocturnos.
Con el silencio de mi mente, empiezo a escuchar la música que sale de no sé dónde, mientras veo cómo las hadas de la noche bailan y oigo miles de voces dulces que cantan.
Quizá estoy loca,
quizá estás loco,
quizá estamos locos;
probablemente.
Pero alguien me dijo una vez, que la cordura no sirve para nada.
@Escritos
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Esos locos, esa locura es motor de vida. Muy buena tu entrada, para leerla pausadamente. Abrazos
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo tu relato Beatriz, la luna siempre nos hace pensar, soñar y volver un poco locos...
ResponderEliminarUn abrazo.
Bendita sea la locura cuando nos habla de sueños y de amor, espero que esa luna, redonda, sea testigo de tu dicha.
ResponderEliminarUn abrazo,
El amor es locura, lo más irracional que hay,y cómo lo degustamos verdad?
ResponderEliminarQue esa imaginación no se detenga, Beatríz.
Un abrazo.