A veces, alguien me pide cuentos: cuentos dormidos en mi imaginación que esperan
agazapados su despertar; cuentos que se van fraguando lentamente al unirse
pensamientos inconexos; cuentos vestidos de fiesta con colores brillantes y muy
olorosos; cuentos para quedarse dormidos en mi regazo; cuentos, en todo caso,
que desarrollan la imaginación cuando, al leerlos, los vislumbramos.
Y
anoche, mientras intentaba escribir uno de esos cuentos, oí un ruido debajo de
la cama.
Puse toda mi atención en el sentido del oído para identificar
qué era, deseando que no fuera un bicho y escuché lo que parecía ser una
conversación a gritos pero en voz muy muy bajita. Los sonidos no paraban, y
aunque me daba mucho miedo, decidí mirar debajo de la cama.
Mi cuerpo
boca abajo; mis manos agarradas al borde de la cama; mi pelo tocando el suelo;
mis ojos esperando ver lo que mis oídos escuchaban; mis piernas tensas guardando
el equilibrio en esa posición tan extraña.
Corrían, saltaban,
gesticulaban, daban vueltas sobre sí. Eran seres diminutos con forma casi humana
y alas de cristal que, nerviosos, esperaban que me durmiera para revolotear por
encima de mí y lanzarme sus polvos-de-los-sueños-increíbles.
Esos polvos
mágicos que te hacen vivir cosas irreales por no poder tocarlas, pero innegables
porque le dan la vida al alma. Y son motitas que se unen y adoptan forma unas
veces de palabras, otras de besos y otras de miradas, porque para eso están
hechizadas.
Cerré los ojos y los volví a abrir para cerciorarme de que lo
que veía era cierto. Y como esos seres (luego me he enterado) son muy ligeros,
veloces y volubles es difícil poder observarlos continuamente, así que no ví
nada.
Lentamente, volví a mi postura original en la cama. Tumbada boca
arriba, elevada la cabeza con varios cojines de colores, agucé el oído para
volver a oír las vocecillas, pero ya no lo logré. Y no pude seguir con el cuento
que estaba escribiendo porque, extrañamente, me quedé dormida.
Y fue el momento en el que Darabita aprovechó para agitar rápidamente sus alas encima de mi cabeza.
Desde ese
momento hasta los primeros rayos de sol que me trajeron de vuelta a la cama, soñé que
estaba contigo. Parecía tan real que por un momento dudé si era cierto. Y es que
a veces durmiendo, vivimos, y despiertos, sólo soñamos.
Gracias por pintarme sonrisas en la cara.
@Darabita
lunes, 27 de mayo de 2013
domingo, 26 de mayo de 2013
El premio
Aviso a navegantes: esta entrada es especial; fuera de
mi estilo.
Hoy os voy a contar cómo me ha sorprendido ser tan
bien recibida en este mundo de los blogs en el que hace pocos meses he iniciado
mi andadura.
Resulta que hay un premio que se llama Liebster
Award que
se concede a gente “nueva” que escribe en blogs. Y lo que es mejor, lo
conceden personas que también escriben en blogs.
El funcionamiento, aunque según he visto tiene muchas variantes, es
sencillo:
- Nombrar y agradecer el premio a la persona/blog que te lo concedió.
- Responder a las preguntas que te formule (dicen que 11).
- Contar 11 cosas de ti mismo
- Conceder el premio a otros blogs que te gusten y que estén empezando (menos de 100 seguidores)
- Formular 11 preguntas para que respondan los blogueros a los que premias.
- Visitar los blogs que han sido premiados junto con el tuyo.
- Informar a los blogueros de su premio.
Pues bien, Nena Kosta, a la que sigo en su blog Historias desde el tren me ha concedido este premio.
Tengo que decir que me ha sorprendido mucho ser
premiada, y a la vez me ha hecho mucha ilusión y quiero agradecérselo a Nena
como se merece. Ella tiene puesto en su blog el siguiente proverbio árabe: “Si
tienes un amigo visítale con frecuencia, pues las malas hierbas y las espinas
invaden el camino por donde nadie pasa”. Aunque ya lo hacía siempre que podía,
a partir de ahora no dejaré que crezcan en el camino ni malas hierbas ni
espinas. Gracias, Nena.
No me ha hecho ninguna pregunta, por lo que no puedo
contestarlas (y menos mal, porque igual no hubiera sabido).
Ahora tengo que contar 11 cosas de mí misma. Soy
bastante pudorosa, pero lo voy a intentar:
1. Acabo de cumplir el medio siglo y creo que estoy en la mejor época de mi vida.
2. Nací rodeada de mar y eso me ha marcado para toda mi vida.
3. Soy optimista por naturaleza e intento transmitir en mis escritos que todo tiene su parte bonita.
4. Soy un “culo inquieto” y siempre estoy inventando algo para no tener la mente quieta.
5. Mi relación con la escritura la propició un hecho triste en mi vida que me hizo tener mucho tiempo libre.
6. Durante unos pocos años he aprendido a compartir con un pequeñísimo grupo de gente lo que salía de mis teclas en el recientemente desaparecido mundo del esflog (¿alguien por aquí?). Miembro desde: 21/09/2006. Número de publicaciones: 436. Número de visitas recibidas al fotolog: 55.191
7. Tengo seguidores incondicionales del mundo real que me animan a escribir cuando pierdo las fuerzas. (¡Gracias a vosotros también!)
8. Tengo predilección por los colores brillantes, por los sentidos, por la forma de sentir las emociones ...y por las personas ante todas las cosas.
9. Tengo una relación particular con las comas (como pausas necesarias), con los números (como expresión de la concreción) y me encantan las serendipias.
10. Me encantaría poder dedicarle mucho más tiempo a leeros y escribiros, pero el día solo tiene 24 horas y yo las tengo casi todas llenas.
11. Me ha costado mucho elegir estas 11 pinceladas de mí misma.
Y ahora, otra cosa complicada: dar el premio a otros
blogueros noveles. No van a poder ser los 11 que me piden porque, de los que
conozco, no hay 11 que cumplan con el requisito de tener menos de 100 seguidores, pero allá van los que lo
hacen (por orden alfabético) y a quienes les concedo mi premio (perdón si ya lo han hecho antes):
A Lidia de Cuentos en solitario que me hizo un precioso regalo en forma de
dedicatoria
A Coté de Desnudando palabras que cumple años y necesita muchos mimos
A FG de El mundo que habito con su espacio particular
A Gloria de La sensación de soñar que ha sido mi primera y más
entusiasta seguidora
A Abismo de Palabras al abismo por su pasión por los círculos en los que nos atrapa
Y ahí van mis 11 preguntas para vosotros, con
respuestas fáciles pero que nos van a permitir pintar un esbozo de vuestra labor vbloguera.
1. En una palabra: ¿Qué palabra te
define como escritor/a?
2. En una palabra: ¿Cuál es tu tema
favorito para escribir?
3. En una palabra: ¿En cuál de estos colores piensas más cuando escribes? Azul, verde, naranja, rojo, amarillo o morado. (Piénsalo, y verás como sí que evocas colores)
4. En una palabra: ¿Cuál es la vía que
mejor te relaciona con el mundo escrito? Vista, oído, piel, olfato, gusto o
sexo
5. En dos palabras: ¿Qué te aporta tener
un blog? (Venga, vale, hasta seis palabras)
6. En dos palabras: ¿Para quién
escribes?
7. En dos palabras: Define tu estado
vital
8. En tres palabras: Tres cosas que
adores
9. En tres palabras: Tres cosas que no
te gusten
10. En cuatro palabras: ¿Escribes a
escondidas? (¿Conoce tu entorno tu blog?)
11. Con las palabras que quieras: ¿Por
qué el nombre de tu blog?
Y ya que estamos, no quiero dejar de aprovechar para darles mi reconocimiento para aquellos que
no son nuevos ni tienen pocos seguidores y por eso no puedo darles el premio, pero que nos ayudan a los que
empezamos con sus comentarios:
A Ester de Autodidacta que precisamente hablaba ayer de premios
A Ohma de El viaje inacabado de Ohma con sus poesías siempre sonoras
A Sergio de Ideario de un “superhéroe” que une letras con música con
frases. Un completo.
A Mere de Lloviendo historias porque siempre me hace disfrutar con su bendita
locura
A Luján de Luján Fraix que nos enseña
cosas curiosas
A María de Mi pluma de cristal que me parece una auténtica maestra del mundo del
blog dedicado a la escritura.
A Ricardo Saudades de Rincón de los sentimientos ese loco a veces cuerdo
A Toro de Toro salvaje el auténtico dios
Y esto es todo, amigos.
Gracias a todos (premiados y no premiados) por los comentarios que dejáis porque,
al final, es lo que nos anima a seguir escribiendo aquí. Si no, lo haríamos en
la intimidad de nuestros ordenadores.
jueves, 23 de mayo de 2013
La niebla
Todo era niebla delante de sus ojos.
No se reflejaba nada de lo que tenia detrás, aunque
notaba el calor de la presencia muy muy cerca.
La humedad que había producido esa niebla lo impregnaba todo,
produciendo un ambiente opresor.
Quería salir de allí pero algo se lo impedía.
Un escalofrío le rozó la piel: primero lo sintió en la
espalda, luego en los brazos, el estomago, las caderas ... Todo el cuerpo estaba
involucrado en una sensación intrigante.
Necesitaba alargar el brazo para hacer aparecer la imagen de
lo que estaba sintiendo, pero estaba atenazada por esa presencia.
La risa nerviosa se instaló en la estancia llenándola de
un sonido hueco, como con eco, hasta que otro más suave le quitó protagonismo.
La piel, erizada; la mente, en alerta; el cuerpo, abandonado
a la aventura de los sentidos.
Por fin, sus dedos pudieron abrir un hueco por el que se
dejó de ver el gris opaco de la nada.
El espejo del baño le presentó así su propia imagen recién
duchada, con él por detrás dándole esos suaves besos que llenaban el cuarto de música,
y con sus brazos haciendo de ineficaz toalla.
Y empezaron con alegría la mañana.
@Escritos
lunes, 20 de mayo de 2013
Cuando vivo
Siento que la vida se desgrana en gajos de limón.
Toco el cielo con las manos sólo con ponerme un poco de puntillas.
Vuelo a ras del suelo deslizándome sin pereza, para verlo todo de cerca.
Pero también navego por las alturas planeando sin esfuerzo, para observar cómo brilla todo el conjunto.
Tejo chales de retales de colores que me abrigan de la suave brisa nocturna.
Bebo el agua a sorbitos que me van pasando hacia adentro la vida. Despacio, muy despacito.
Crío peces de colores que se columpian en estrellas de mar y duermen en camas de helechos.
Planto flores en macetas hechas con barro y mimos.
Siento sueño bajo el sol de invierno y me avivo con la noche estrellada de verano.
Huelo a jara y a lavanda, a retama, a tomillo y a sándalo según me voy desplazando.
Bailo piezas inconclusas; tangos arrabaleros con sabor a melodrama, valses engalanados con flores frescas, alegres chachachás con cadencias sugerentes.
Me mezo en las olas que llegan a la arena, ya blancas. Me acuno en el equilibrio flotante del agua salada.
Resuelvo lentamente problemas de consciencia al despertar de los sueños que se me antojan certezas.
Hago volar la cometa de mis ideales de vida para que lo vea quien mire hacia arriba.
Y esto, entre otras cosas, es lo que hago cuando vivo. Porque vivir no es solo tener vida.
Aunque día tras día espero que me cures las heridas producidas, no puedo dejar de pensar que me merezco vivir así, como a mí me gustaría.
@Escritos
jueves, 16 de mayo de 2013
Mi pecado
Confieso que cuento y recuento cada una de las estrellas
que iluminan tu destino porque temo que
alguna se funda y te oscurezca el camino.
Confieso que te espero cada noche como si fuera la
primera en que nos amamos porque yo no he perdido ni un ápice de la ilusión de
explorar tu cuerpo y de sentir tu abrazo.
Confieso que recuerdo cada uno de los momentos amargos
que me han tocado porque así aprecio
todos los buenos que me has regalado.
Confieso que guardo mi llanto por no provocar tu pena y que me encanta decirte con letras lo que ya sabes, lo que sospechas y lo que ni siquiera eres capaz de imaginar porque no se puede traducir lo que siente un alma apasionada.
Confieso que a veces creo que nuestro mundo es tan
envidiado porque en él no hay nada perfecto, pero todos saben que hay algo mágico que lo impregna.
Confieso que velo tus sueños, que leo tus ojos, que busco tus besos, que siento tu aliento en todo momento, que añoro tu tiempo, que espero que un día podamos tener lo que nos negamos por miedo a tenerlo.
Confieso que mi único pecado es quererte como lo hago.
Y ahora, ponme tú la penitencia.
@Escritos
lunes, 13 de mayo de 2013
El hada del bosque
En el mundo
de las hadas, Darabita es considerada una de las hadas más traviesas y juguetonas.
Se puede pasar horas y horas en el bosque del Enebro moviendo las alas de un
sitio a otro, buscando nuevos paisajes para sus juegos y rociando de polvo de
estrellas a todo ser (viviente o no) que se encuentra a su paso.
Volvió a su mundo soñado donde la soledad se disipa porque hay alguien que aún sueña con ella y cree firmemente en las hadas. Así que no tiene más que volar hacia allí porque un minuto en su piel es lo que necesita para darse cuenta de que realmente existe, de que no hace falta dormir para vivir en un sueño, de que no quiere volver a cerrar los ojos si no es abrazada a su recuerdo. De que las hadas tienen una misión en el mundo y que ella es y será, sea como sea, el hada del bosque del Enebro.
@Darabita
El
despliegue que hace de su magia es visible desde todos los puntos del bosque,
porque va dejando un rastro brillante que no se puede esconder aunque quiera. Se
ve desde muchos kilómetros. Y lo más importante: se nota su efecto aunque no
creas en ella.
Pero, aunque
no todo el mundo lo sabe, las hadas no son del todo perfectas y hay veces que se
esconden hechas una pelotita porque están débiles, o tristes o, simplemente,
necesitan de la compañía y del cariño de sus seres queridos. Y tampoco todo el
mundo sabe que eso es lo que les hace ser tan encantadoras y únicas. Si
reclamaran la atención a gritos, con lloriqueos o con chantajes -como hacen sus
amigas las duendes- no serían tan atrayentes.
Hoy todo el
mundo buscaba a Darabita y la llamaba sin cesar, rebuscando debajo de las hojas
verdes, en el repecho del río donde a veces se mojaba los pies y en lo más alto
del monte desde donde se ven las estrellas salir de paseo y volver corriendo a
casa antes de que salga el sol a cegarlas.
Y es que hoy
Darabita estaba pequeñita pequeñita (casi era invisible a los ojos humanos) y
estaba comiendo a dos carrillos los frutos del árbol mágico del fondo del
camino que le daban la energía necesaria para ser el hada incansable y
bulliciosa que daba todo lo que tenía.
Cuando la
encontraron, aquellas criaturas a las que ella daba día a día su alegría le
regalaron una sonrisa, le miraron a los ojos borrando todo rastro de tristeza, y
le dieron el perfume de su compañía sanando así las posibles heridas como hace
el ombligo de Venus que posee aplicaciones medicinales bastante interesantes.
Eso era todo
lo que necesitaba Darabita.
Volvió a su mundo soñado donde la soledad se disipa porque hay alguien que aún sueña con ella y cree firmemente en las hadas. Así que no tiene más que volar hacia allí porque un minuto en su piel es lo que necesita para darse cuenta de que realmente existe, de que no hace falta dormir para vivir en un sueño, de que no quiere volver a cerrar los ojos si no es abrazada a su recuerdo. De que las hadas tienen una misión en el mundo y que ella es y será, sea como sea, el hada del bosque del Enebro.
@Darabita
viernes, 10 de mayo de 2013
Cuando estamos juntos
Como los árboles y su sombra unidos por el pie, así somos tú y yo cuando estamos juntos.
En vertical hacia el goce contigo (el cielo).
En horizontal hacia al reposo merecido (el suelo).
Como un jardín salpicado de puntos de color, así somos tú y yo cuando estamos juntos.
Con el manto uniforme y verde que denota tranquilidad (el césped).
Con las pequeñas flores que son guiños inconexos de creatividad (los matices).
Como un lugar vallado en medio del campo abierto, así somos tú y yo cuando estamos juntos.
Recogidos al abrigo de miradas indiscretas (dentro).
Exponiendo nuestro amor sin que nadie se de cuenta (fuera).
Como una guía de madera sólidamente amarrada al cerezo, así somos tú y yo cuando estamos juntos.
Firmemente anclada al suelo para proteger lo que crece tímidamente (la razón).
Dulcemente acomodado uno a otro para darse apoyo consciente (el corazón).
Como un punto redondo de color azul con reflejos de luz, así somos tú y yo cuando estamos juntos.
Llenos de aire fresco que nos hace rebotar con alegría (la pelota).
Felices al vernos inmersos en un cuento de antología (la historia).
Muévete a mi ritmo, mientras yo te imito
como en esta danza mágica que he reescrito.
¿Bailamos?
@Escritos
martes, 7 de mayo de 2013
Con los cinco sentidos
Me acerco un poquito hasta ti.
Miro tu boca que me habla.
Oigo tu risa que me acaricia.
Huelo tu aroma que me despierta.
Toco tu piel que me estremece.
Saboreo tu dulce voz que me encandila.
Y pienso:
qué estarás haciendo,
a qué estrella darás brillo,
a quién regalarás tus palabras,
a qué saben ahora tus besos.
Te pienso, te toco
y me deslizo a tu lado.
Te veo, te observo
y te contemplo como un reto.
Te siento, te adi6vino
y evoco el calor de tus manos.
Te trazo, te coloreo
y dibujo con besos tu boceto.
Te oigo, te armonizo
y te convierto en canción.
Te huelo, te retengo
y te guardo en mi memoria.
Te suspiro, te deseo
y te reclamo a mi orilla.
Y de pronto levanto los ojos y no te veo por más que me empeño.
Porque todo esto no es real; sólo es un sueño.
Anoche te sentí muy cerca. No era real, pero sí muy cierto.
Porque incluso soñándote dejas mis cinco sentidos al descubierto.
@Escritos
Miro tu boca que me habla.
Oigo tu risa que me acaricia.
Huelo tu aroma que me despierta.
Toco tu piel que me estremece.
Saboreo tu dulce voz que me encandila.
Y pienso:
qué estarás haciendo,
a qué estrella darás brillo,
a quién regalarás tus palabras,
a qué saben ahora tus besos.
Te pienso, te toco
y me deslizo a tu lado.
Te veo, te observo
y te contemplo como un reto.
Te siento, te adi6vino
y evoco el calor de tus manos.
Te trazo, te coloreo
y dibujo con besos tu boceto.
Te oigo, te armonizo
y te convierto en canción.
Te huelo, te retengo
y te guardo en mi memoria.
Te suspiro, te deseo
y te reclamo a mi orilla.
Y de pronto levanto los ojos y no te veo por más que me empeño.
Porque todo esto no es real; sólo es un sueño.
Anoche te sentí muy cerca. No era real, pero sí muy cierto.
Porque incluso soñándote dejas mis cinco sentidos al descubierto.
@Escritos
lunes, 6 de mayo de 2013
El mapa del tesoro
Un día cualquiera recibes un
mensaje de alguien que no conoces en tu correo electrónico (hoy en día lo de
las cartas es muy romántico, pero poco práctico).
Al verlo, piensas que es uno de esos correos que llegan a cientos y que no valen para nada más que para llenar la papelera de reciclaje. Y aunque no sabes muy bien por qué, lo abres.
Te encuentras con un mapa de una zona que reconoces. Un lugar al que has ido muchas veces y en el que no puedes pensar que haya nada especial, más que árboles, pájaros, flores de colores y alguna que otra ardilla. Identificas el camino que hay al lado del río, el puente de piedra, la zona de árboles replantados, una caseta a medio derruir. Más allá, la casa grande hoy abandonada, la piscina natural (aquella en la que tantas veces de niño te bañaste y hoy está llena de piedras y lodo), el pozo seco, el gran olmo...y ves una cruz grande pintada en rojo y junto a ella la palabra "TESORO".
Piensas durante un rato qué hacer: ir a recorrer ese camino y buscar algo etéreo o eliminar el mapa y el mensaje. Porque seguro que es una broma de cualquier amigo, o una técnica publicitaria para venderte algo. Pero ¿y si fuera verdad? ¿y si en aquel paraje tan conocido y tantas veces recorrido antaño hubiera ahora un tesoro? ¿y si hubiera estado siempre tan cerca y no lo hubieras visto nunca porque nadie te lo hizo ver?
Después de darle muchas vueltas, te lanzas a la búsqueda. En todo caso no pierdes nada y puede ser una buena excusa para dar un paseo al aire libre.
Por supuesto, no dices nada a nadie, no vaya a ser que piensen que estás loco, pero coges el coche y te acercas hasta el lugar que tantas veces recorriste en bicicleta.
Cuando llegas al camino rural dejas el coche y empiezas a ascender, despacio, observando cada uno de los detalles de ese paisaje por el que has pasado tantas veces sin hacerle caso a los detalles. Comienzas a notar la dificultad del terreno y mientras vas avanzando y encontrando cada una de las pistas del mapa, piensas: ¿pero qué estaré haciendo aquí?. Vas con mucho sosiego, aunque parecería que deberías ir ansioso por encontrar el preciado tesoro; pero te invade la tranquilidad. Pisas terreno conocido.
Parece que por fin llegas al lugar que te marca el mapa: tres pasos a la derecha del olmo, una vuelta hacia el oeste y cuatro pasos más al norte (menos mal que sabes guiarte por el sol y no necesitas brújula).
En ese punto, tras una tupida cortina de hojas verdes y blancas, la tierra estaba removida como si alguien hubiera cavado recientemente. Tus manos buscan-ahora sí con impaciencia- y das con un pequeño cofre de esos de tapa redonda y llave de tubo (un auténtico cofre del tesoro).
Al abrir el cofre, supiste que, por fin, habías encontrado un tesoro: tu tesoro.
Dentro, aquello que siempre has sabido que estaba allí y que antes no habías considerado como una riqueza, hasta que alguien te ha hecho ir a buscarlo mandándote un mapa.
Porque a veces tenemos tesoros tan cerca, que no somos capaces de verlos. Quizá porque nos acostumbramos a tenerlo y nos parece de lo más normal que sea nuestro.
Ojalá todos sepamos encontrar nuestro tesoro.
@Escritos
Al verlo, piensas que es uno de esos correos que llegan a cientos y que no valen para nada más que para llenar la papelera de reciclaje. Y aunque no sabes muy bien por qué, lo abres.
Te encuentras con un mapa de una zona que reconoces. Un lugar al que has ido muchas veces y en el que no puedes pensar que haya nada especial, más que árboles, pájaros, flores de colores y alguna que otra ardilla. Identificas el camino que hay al lado del río, el puente de piedra, la zona de árboles replantados, una caseta a medio derruir. Más allá, la casa grande hoy abandonada, la piscina natural (aquella en la que tantas veces de niño te bañaste y hoy está llena de piedras y lodo), el pozo seco, el gran olmo...y ves una cruz grande pintada en rojo y junto a ella la palabra "TESORO".
Piensas durante un rato qué hacer: ir a recorrer ese camino y buscar algo etéreo o eliminar el mapa y el mensaje. Porque seguro que es una broma de cualquier amigo, o una técnica publicitaria para venderte algo. Pero ¿y si fuera verdad? ¿y si en aquel paraje tan conocido y tantas veces recorrido antaño hubiera ahora un tesoro? ¿y si hubiera estado siempre tan cerca y no lo hubieras visto nunca porque nadie te lo hizo ver?
Después de darle muchas vueltas, te lanzas a la búsqueda. En todo caso no pierdes nada y puede ser una buena excusa para dar un paseo al aire libre.
Por supuesto, no dices nada a nadie, no vaya a ser que piensen que estás loco, pero coges el coche y te acercas hasta el lugar que tantas veces recorriste en bicicleta.
Cuando llegas al camino rural dejas el coche y empiezas a ascender, despacio, observando cada uno de los detalles de ese paisaje por el que has pasado tantas veces sin hacerle caso a los detalles. Comienzas a notar la dificultad del terreno y mientras vas avanzando y encontrando cada una de las pistas del mapa, piensas: ¿pero qué estaré haciendo aquí?. Vas con mucho sosiego, aunque parecería que deberías ir ansioso por encontrar el preciado tesoro; pero te invade la tranquilidad. Pisas terreno conocido.
Parece que por fin llegas al lugar que te marca el mapa: tres pasos a la derecha del olmo, una vuelta hacia el oeste y cuatro pasos más al norte (menos mal que sabes guiarte por el sol y no necesitas brújula).
En ese punto, tras una tupida cortina de hojas verdes y blancas, la tierra estaba removida como si alguien hubiera cavado recientemente. Tus manos buscan-ahora sí con impaciencia- y das con un pequeño cofre de esos de tapa redonda y llave de tubo (un auténtico cofre del tesoro).
Al abrir el cofre, supiste que, por fin, habías encontrado un tesoro: tu tesoro.
Dentro, aquello que siempre has sabido que estaba allí y que antes no habías considerado como una riqueza, hasta que alguien te ha hecho ir a buscarlo mandándote un mapa.
Porque a veces tenemos tesoros tan cerca, que no somos capaces de verlos. Quizá porque nos acostumbramos a tenerlo y nos parece de lo más normal que sea nuestro.
Ojalá todos sepamos encontrar nuestro tesoro.
@Escritos
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