lunes, 27 de abril de 2015

Mira arriba


Cuando me demuestras la ilusión con que me esperas, no puedo dejar de complacerte. 

Porque me cuesta tan poco hacerlo que sería cruel decepcionarte.

Simplemente pienso en ti y me salen a borbotones pensamientos divertidos, dulces y entretenidos:

Desde tañidos de campanas hasta muebles en exposición.
Desde aguas que salpican hasta sonidos que nos identifican.
Desde flores encerradas en grandes tarros de cristal hasta sentimientos guardados en cajas fuertes con combinación.
Desde explosiones de bailes de colores hasta besos cansados de buenas noches.

Me gustaría poder saber de qué manera demuestro que el abrir un corazón significa confianza. No es síntoma de debilidad, ni está reñido con la hombría: es compartir hasta la propia vida.

Por eso me gusta cuando me miras y me hablas con tranquilidad, cuando me pides que me calle con un beso, cuando me expresas con una sonrisa lo que ves a través de mis ojos, cuando callado comprendes que mi mente no está tranquila, cuando explota tu alegría y con los brazos abiertos dices al viento lo que tu alma sin palabras grita, cuando te cojo por detrás y te vuelves a darme un abrazo que me cobija, cuando me cuentas qué es lo que sentías mientras yo, con mi borrachera de amor, de pronto me creí sola y abandonada en medio de la gran ciudad.


Cuando, de puntillas, entro a tu habitación y te veo dormir tranquilo pienso en lo fácil que es para mí hacerte sentir querido.








@Escritos

1 comentario:

Me harías feliz si dejaras aquí algo