lunes, 9 de marzo de 2015

Carpe Diem



Recuerdo aquellos días en los que mi magia de pacotilla lanzó al aire un conjuro de felicidad y se instaló en tu espalda.

Y recuerdo cómo la recorría despacio, haciendo cosquillas y en algunos puntos, con más fuerza, curaba tensiones del día a día.

Aires de fiesta, muchas palabras, tiempos de risas, ríos de plata.


Sentimientos sin sentido, si no tienen a su lado esa chispa de ilusión que nos levanta cada mañana: yo escucho campanas, veo reflejos en las ventanas, oigo tu voz cantarina y siento en mis manos la suavidad tranquilizadora de tus caricias en mi cara.


Nunca he querido poseer nada. Nunca he querido atrapar ningún alma. Sólo compartir lo que me hace feliz sin que tengan que encenderse alarmas. Porque darse al otro es vivir, es aunar esperanzas en el mañana, es buscar la felicidad del otro por encima de nuestras ganas.
Es cierto que mi vida es solo mía, pero sabe que sólo dando, puede estar viva.

Y no tengo miedo a seguir por donde venga el viento, porque no quiero comprender demasiado tarde que perdimos toda una vida, sólo por miedo o pereza a vivirla.

Hoy es el día.
El mañana no sabemos si existe.
El ayer se quedó atrás, y te enseña
que hay que aprovechar todo lo que aprendiste.




Espero, dentro de mucho tiempo, que al despertarte me digas:

soy tu mar,
tus colores,
tu música,
tu viento,
tu palpitar.





Todo esto después de mucho andar y andar, día a día.









@Escritos

2 comentarios:

  1. Esperanza positiva. Un abrazo escritora

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  2. Siempre que te leo mi querida Beatriz me enseñas alguna cosa, es sorprendente tu Luz.
    Gracias por escribir, te he echado de menos ( por mi culpa y falta de tiempo, claro)
    Besotes

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