lunes, 25 de marzo de 2013

Atrapada

Atrapada en tu abrazo noto tu pecho que sube y baja.

Mis manos no pueden parar de buscar tu piel porque necesitan saber que estás vivo, que tienes ganas de que te cuente de qué color son las caricias que tocan el alma.

Los ojos, entornados. Dejando pasar esa mínima claridad que nos deja estar en el mundo sin estar pendiente de él; porque ahora mi universo eres tú.

Vine corriendo de tierras lejanas con la ilusión de una niña que sabe que en casa le espera un cachorro recién nacido, con la esperanza de llenar la distancia de oxígeno, con el delirio de transformar la soledad en un paseo de dos bajo las sábanas. 

Y por la mañana, nuestras voces se acoplaron, nuestras respiraciones se hablaron y nuestros besos volaron.

Dí todo lo que pude para procurar la calma de un alma abrumada, y a cambio disfruté de los rayos de sol que se colaron a raudales por la ventana antes cerrada.


Volví a casa, con un pellizco en el alma del que sabe que la felicidad solo la consigue el que da sin esperar nada.


Y la noche me esperó sin dormir para acompañarme en mi soledad callada, a la espera de esos días en que cada hora del reloj nos cortejará como solo sabe hacer un caballero a una dama.








@Escritos

8 comentarios:

  1. Beatriz , te echaba a faltar, esa dulzura , delicadeza y amor con la que escribes , consuela la tristeza que estos dias se ha instalado en mi alma.
    La belleza de tu publicación me ha echo entornar los ojos y disfrutar de su contenido .
    Un millon de gracias por volver.

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    1. Ante la tristeza, ya sabes que solo hay una cosa: plantarle cara hasta que logremos meterla en el baúl de los recuerdos.

      Me alegro de que al menos tengas ganas de escribir. Eso ayuda.

      Saludos

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  2. Me he emocionado al leer tanta belleza!
    Gracias, Beatriz.
    Un abrazo.

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    1. Gracias a ti.

      La belleza no es nada si no hay quien, como tú, la puede apreciar.

      Saludos

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  3. Decir Beatriz es abrir la puerta a un sueno siempre inacabado, siempre por empezar...

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    1. Gracias "anónimo". Sabes que las cosas nunca acaban si uno no quiere que lo hagan.

      ¡Y menos los sueños!

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  4. Llegar hasta aquí y leerte, es pellizcar, sí, justo pellizcar ese pedacito de alma que tú derramas en todas y cada una de tus palabras, porque eres toda ternura y sentimiento cuando escribe y yo tenía que decírtelo.

    Besos!

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    1. Estaría bien poder pellizcar cosas buenas y guardárselas para cuando hagan falta.

      Saludos

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