Bajo la luz del último rayo del día leía ávidamente.
Las letras le transportaban a situaciones cuando menos emocionantes; luchas entre hermanos de sangre, amores ocultos bajo la sombra del pecado, temblores de almas sin respaldo, viajes llenos de fantásticas aventuras sin nombre...
Las palabras iban pasando sin descanso, mientras los ojos permanecían cerrados. Porque se puede leer en un libro en blanco. Porque se pueden descubrir bellas historias en los detalles más rancios.
En un segundo cambió de libro al acordarse de quien le hizo vibrar con sintonías desafinadas.
De pequeño jugaba a buscar entre las nubes formas para dar vida a los personajes de sus cuentos inventados. Hablaba con las lagartijas y se extasiaba mirando largamente a los pájaros. Corría tras esas hojas que en otoño alfombran los campos. Salpicaba de colores las gotas de los pequeños charcos. Sentía la libertad del viento azotando su ánimo.
Fue creciendo y tuvo que conformarse con atarse a la realidad de la vida. Sin apenas darse cuenta, donde había juegos puso trabajo. Donde había alegría puso caras serias ante las responsabilidades que le caían. Donde había ilusiones puso dinero a montones. A los días le faltaban horas y a las semanas días, en los que esparcirse fuera la gran alegría. Y en su espalda, tanto empeño se fue transformando en una dura coraza anti-emoción sin el más mínimo resquicio.
Y hete aquí que de pronto, la vida le hizo un guiño digno del más grande de los mitos. Empezó a soñar despierto, a buscar entre las flores el lenguaje de los deseos, a querer ver en los rostros la felicidad del mundo nuevo, a disfrutar del aire limpio de una sonrisa sin dueño, a dejarse querer de nuevo como un niño, a caminar sin pensar en el cansancio, a vivir la pasión de querer sin condición.
Y no se sabe muy bien por qué, de pronto fue capaz de empezar a expresar lo que siempre estuvo preso y eso le enseñó a sentir como un huracán una mirada expresiva y sincera, un abrazo tranquilo y hasta la leve caricia de un beso que dura para siempre en el recuerdo.
Bajo el sol de primavera ella observaba en silencio a su alma gemela, que leía su biografía sin necesidad de una sola letra escrita en la novela de su vida. Y sonrió.
¡Feliz vida!
@Escritos
Mi querida Beatriz después de muchos días de ausencia, ( debido a ese cambio de juegos por trabajo), sin lugar a dudas beber de tu manantial de sentimientos es refrescar el alma,
ResponderEliminarLa belleza de tus escritos denota esa ternura implícita en cada una de tus frases, ...de tus párrafos.
Me hace feliz leerte ya que eres una persona llena de Luz, y de amor y hoy es difícil hallar
porque o casi no quedan o andan muy escondidas.
Siempre a tu lado, recibe un fuerte brazo y un beso lleno de cariño.
Saluda de mi parte a Darabita. Besitos
Optimismo y alegría y tu juego de dobles personajes, he disfrutado leyendote. ¡Feliz vida! un final perfecto. Abrazos
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