Este año el otoño no trae el frío y las hadas pueden revolotear a sus anchas. Es Halloween y ellas también tienen su propia fiesta.
Durante la noche podían verse pequeños brillos translúcidos formando círculos, espirales, infinitos y todo tipo de formas armónicas, aunque de vez en cuando alguna de las lucecitas se salía de su sitio y le daba un toque fresco al espectáculo que muy pocos podían ver...
Darabita pensaba en eso y en cómo ella había aprendido con la experiencia de 6 bebés anteriores a repartir magia de la buena. La magia era la misma desde aquella primera vez hace 9 años, pero ella iba más segura y más suelta, aunque sin perder su espontaneidad.Estaba concentrada; sabía el lugar, otra vez al noreste de la capital, pero, como siempre, no sabía el momento exacto en el que tendría que actuar. Daba igual, porque no hacía falta que la avisasen para acudir rauda y veloz cuando la necesitaran.
Desde aquella primera vez a esta, la relación de Darabita con la madre era muy distinta; durante años una y otra eran, de alguna manera, la misma persona. Trabajaban juntas con mucha ilusión repartiendo magia + madera y eso había creado un vínculo especial.
Cuando llega el momento, Darabita se pone en marcha: los nervios y la calma, las prisas y la templanza, las risas y el temor, se unen en una experiencia maravillosa. La espera es larga y la vivencia, nueva, aunque acaba en algo ya conocido para la madre, esta vez con plena consciencia.
Darabita, que lleva todo el día cerca, inicia su vuelo pausado por encima de las cabezas soltando muy poco a poco el polvo de hada. Siempre atenta, controlando que todo vaya bien, dando fuerza a la madre, ánimo al padre, y luz al equipo médico que asiste al milagro de una nueva vida.
A las 20:32 horas del día 31 de octubre de 2022, después de las contracturas (perdón, contracciones) y con ayuda del bisturí, nació Telma; una niña que sabe que ha venido a dar alegría a sus padres, a su ya querida hermana y a todos los que esperan su llegada con ilusión.
En el momento justo de salir al mundo, Darabita se acerca a Telma y, con un beso lento en la frente, le ofrece su don más preciado.
Se inicia la vida de nuevo, crece la gran familia. Es curioso cómo el amor no se divide sino que se multiplica. La noticia corre como la pólvora y se expande la alegría.
Y una vez más, desde el cielo, una estrella sonríe de nuevo.