martes, 17 de noviembre de 2015

Contigo



Confieso que a veces dudo.
Aunque sé que el sol sale irremediablemente todos los días, en ocasiones, cuando lo tapan las nubes, creo que se ha quedado dormido y no ha salido.

Aunque sé que las semillas van creciendo por debajo de la tierra, a veces miro al frente y solo veo un campo yermo y vacío.

Aunque sé que las semanas se construyen con días, los días con horas y las horas con minutos, a veces me parece que el tiempo se burla de mí, lanzándome un cuchillo. 




Confieso también que, la mayoría de las veces, he creído que vivir en un mundo feliz es posible. Porque a pesar de las zancadillas que te pone la vida, la búsqueda de la armonía te lleva a disfrutar de lo que consigues gracias a tu propia energía.

Pero a veces me canso, me cuesta levantar los pies, no puedo conocerme cuando me miro al espejo. Y necesito que me den la mano, que me dejen demostrar que también soy débil, recibir un abrazo y una palabra de aliento.


Entonces sé que, aunque haga frío, el sol sólo está escondido.
Que aunque hoy esté el campo yermo, mañana los brotes pintarán el suelo de verde vivo.
Que aunque el tiempo parezca detenido, la sangre corre por mis venas a la velocidad que le dan mis latidos.
Que la gente que me quiere tiene en su mente que de ellos depende un poco mi destino.

Un abrazo, una palabra, un beso, un desayuno compartido, ayudan a sentir la felicidad de sentirse querido, incluso en los momentos en los que parece que todo está perdido.





Para todos aquellos que en algún momento se sienten abatidos: siempre habrá alguien que dudará contigo.





@Escritos